Con un trío consolidado que se amplía puntualmente con colaboradores como Óscar Rabadán, Xavi Malacara ofrece un sonido que respeta las raíces del blues y el rock’n’roll, pero sin renunciar a la modernidad. Desde Barcelona hasta Clarksdale, Xavi explora la vida de los vulnerables, la música urbana y los paisajes del blues internacional, manteniendo intacta su pasión por el escenario.
En "1000$ Blues" hablas de textos más directos y comprometidos. ¿Qué temas te preocupan hoy como letrista que quizás antes no te interesaban tanto?
Siempre he escrito mucho en primera persona, pero intento ir con los tiempos. El mundo cambia a una velocidad de vértigo, y las formas de escribir también. Mi hija Soph, que escribe y me ha introducido en la música urbana, me hizo ver que los jóvenes huyen de las grandes metáforas: vuelven a la raíz, a la palabra directa. En mis últimas composiciones he abrazado esa crudeza. Menos adornos, más verdad. Y me gusta.
Has mencionado que no eres nostálgico, pero tus raíces están claramente en los clásicos. ¿Hay algún artista joven que te haya sorprendido últimamente dentro del blues o el rock’n’roll?
Más que jóvenes concretos, valoro a quienes saben modernizarse sin traicionarse. Gente como Micah P. Hinson, Fantastic Negrito o Pokey LaFarge: propuestas genuinas que beben de la tradición, pero hablan el idioma de hoy. El formato trío te da una gran libertad, pero también muchas limitaciones.
"Más que jóvenes concretos, valoro a quienes saben modernizarse sin traicionarse. Gente como Micah P. Hinson, Fantastic Negrito o Pokey LaFarge"
¿Te planteas algún día ampliar la formación o incluir colaboraciones vocales o instrumentales?
El trío nos permite tocar en muchos más sitios. Cuando contamos con un buen escenario o presupuesto, se nos une Óscar Rabadán a la guitarra. Con eso ya tenemos todo lo que necesitamos para montar un buen show.
Dices que en el estudio buscáis evitar secuencias o artificios. ¿Qué opinas del auge de la inteligencia artificial y la tecnología aplicada a la música?
La IA debe ser una herramienta, igual que lo fue pasar de grabar en bobina a trabajar en disco duro: abarató costes y acortó horas de estudio. Bien usada, con criterio y buen gusto, puede estimular la creatividad. La línea roja es la honestidad. Ahí está el debate. Y quizá en unos años discutamos algo aún más inquietante: si la IA puede sustituir al ser humano.
¿Qué papel juega Barcelona en tu sonido y tu forma de entender la música? ¿Crees que la ciudad tiene una identidad propia dentro del blues nacional?
Barcelona tiene un sonido reconocible y una forma de hacer muy suya. Las bandas de blues de aquí triunfan dentro y fuera. Hay instrumentistas que son referencia internacional. Además, existe un circuito real: jams por toda la ciudad, festivales, ciclos… Lugares como el Honky Tonk, el Milano o el Paraigua, y salas ya desaparecidas donde vimos a Big Mama Montse, Junk Express, Wax n Boogie, Myriam Swanson, Melowtones… Toda esa gente me inspiró.
Has vivido el cambio de la industria desde la era del CD hasta el streaming. ¿Cómo ha afectado eso a la forma en que compones o publicas tus discos?
En la época de Karma Police aún grabábamos en bobina y las producciones eran carísimas. Sacabas un álbum cada tres años. Gracias al apoyo de Acaraperro Records, con Malacara he publicado seis discos en diez años. Sentir ese respaldo te empuja a componer. Y tocar con la banda todo el año facilita el trabajo: los temas nuevos se integran con naturalidad en el repertorio.
En tus conciertos se nota ese fuerte componente narrativo. ¿Te inspiras en historias reales o prefieres crear personajes y situaciones imaginadas?
Siempre parto de lo real. Hay que vivir y observar para contar. En 1000$ Blues hablo de los más vulnerables: me duele ver a gente trabajadora durmiendo en la calle en Barcelona, o el discurso del odio y el fascismo creciendo sin pudor. En “Morning Blues” y “God Will Help Us” hablo de eso. Y en “You’ll Need My Help Someday” recuerdo que mi padre fue un inmigrante de los años 50; no tuvo ayuda.
¿Cómo fue el proceso de gestar los Blue Chiefs, tu proyecto paralelo, junto a Regi Vilardell? ¿Qué diferencia este proyecto de Malacara BB?
Óscar Rabadán trajo unos temas increíbles. Trabajamos sobre ellos y los grabamos en Downbeat Records. Regi era el ingeniero de sonido y terminó metiendo baterías para la grabación. Hubo flechazo inmediato. En dos sesiones a bobina ya teníamos algo distinto: Blue Chiefs. La diferencia es clara: Malacara BB es mi proyecto personal, va a evolucionar conmigo. Blue Chiefs es una suma de tres identidades muy reconocibles para el público del blues. Es una joya que acaba de nacer y tenemos mucha ilusión. Los primeros festivales lo han confirmado: la respuesta ha sido brutal.
"Subo a un escenario desde los siete años. Mientras sienta el cariño del público y pueda ofrecer un buen show, seguiré intentándolo"
En tus giras por Estados Unidos. ¿qué aprendiste del público americano y cómo se diferencia del europeo a la hora de vivir el blues?
En Estados Unidos el público sabe que es parte del show. Participan, aplauden… y entienden lo de las tips. En todas las salas me pagaron un caché y me llevé el doble en propinas. Aquí vamos a un caché fijo, que lleva años sin subir y se reduce a la mitad con impuestos. En Clarksdale toqué en el BlueBerry Café; Watermelon Slim, al que le dedico la última canción del disco, trabajaba allí, siguió algunos temas míos tocando armónica entre el público. En el Hambone coincidí con un bluesman que vivía literalmente en la carretera: motel, gasolina y dietas. Es posible malvivir del blues. Aquí y allí.
¿Qué crees que necesita el circuito del rock’n’roll y el blues en España para crecer o renovarse sin perder autenticidad?
Hay que atraer público joven. Muchos chavales ensayan, pero casi no tienen oportunidades para tocar: deberían abrir los conciertos grandes, veinte minutitos antes del cabeza de cartel. Luego está el eterno problema: la pasta. Las subvenciones siempre caen en los mismos. En Francia, la mitad del caché del músico lo paga el Estado. Y las bandas deben trabajar mejor la imagen y las redes: fotos, vídeos, logos, playlists… todo suma.
Si algún día hicieras un disco conceptual o temático, ¿sobre qué te gustaría que girara?
Un disco conceptual está al alcance de pocos. Si lo hiciera, con los tiempos que vivimos saldría algo apocalíptico, pero con un final de reencarnación. Una mezcla entre la deconstrucción de "The Wall" y la resurrección de "Bitches Brew".
Después de tantos años de carrera, ¿qué te sigue empujando a subirte al escenario?
Subo a un escenario desde los siete años. Mientras sienta el cariño del público y pueda ofrecer un buen show, seguiré intentándolo.

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