Si uno nace en Manchester y decide montar una banda, cualquier lumbrera que se precie le tachará de ser una vil copia de Summer, Hook y compañía. Ese es precisamente el mayor error de todos aquellos que se empeñan (inclusive un servidor) en hallar parecidos razonables, pero lo de Delphic realmente tanto mama de coetáneos como Klaxons, Friendly Fires o incluso de los propios Orbital, si tiramos de la manta a base de bien. Desde Suecia y sufriendo en sus carnes la gélida flagelación, Richard Boardman, multiinstrumentista electrónico del cuarteto, nos habla acerca de la gestación de su debut, “Acolyte”, y la envidiable repercusión mediática que están padeciendo. Pero ante todo, y para romper el hielo, una pregunta obligada: ¿cómo definirías el sonido de Delphic? “Siempre me gusta decir que somos un grupo electrónico con alma que combina melancolía y euforia sin dejar en ningún momento de lado los sonidos orgánicos”. Se puede decir más alto pero no más claro, aunque temas como “Doubt” o “Red Lights” hablan por sí solos. Con la escena de la ciudad en estado latente, este grupo de veinteañeros decidieron volver a poner en el mapa los ecos que antaño ocupó The Hacienda, aunque los orígenes de su sonido tenemos que buscarlos en su anterior (a la par que amateur) aventura musical, Snowfight In The City Centre. “Hace unos años no estábamos concienciados como banda. Se trataba de un simple hobby y no nos tomábamos seriamente ya que nuestro sonido no estaba del todo definido. Con Delphic todo ha cambiado, nuestra actitud ha variado radicalmente y creemos en lo que hacemos”, comenta Richard, quien no se deja obnubilar ni por el tercer puesto que consiguieron en el BBC Sound Of 2010 ni por la estratosférica atención mediática que la prensa británica les ha brindado desde que R&S publicara su primer single, "Counterpoint", y la discográfica Kitsuné les incluyera en uno de sus apetitosos recopilatorios. “En Inglaterra los hypes son lo más normal del mundo. Digan lo que digan de nosotros, básicamente lo que pretendemos es crear la música que nos hace sentir bien. La presión acerca de cuánta gente acude a tu directo o cuántos discos vendes no nos obsesiona lo más mínimo. En Manchester la gente se muestra realmente desesperada por ser artista y ganar el máximo de dinero posible, pero nosotros nos sentimos los más privilegiados del mundo al hacer lo que siempre hemos querido”. Absolutamente todo el mundo se empeñan en recalcar que sois unos nuevo New Order, pero oyendo el álbum pienso que sonáis a la combinación de muchas cosas. “Estoy totalmente de acuerdo con ello. Dicha comparación resulta de lo más normal al ser de la misma ciudad y combinar la electrónica con marcadas líneas de guitarras, pero igual que New Order nos han influenciado Radiohead o Bowie, por citar sólo algunos ejemplos. Nuestra misión es hacer que las canciones tengan una aura emotiva a la vez que envolvente que llegue directamente al público”. Para conseguir tal objetivo, y como si de un brainstorming con tintes de reality se tratara, estos jóvenes decidieron encerrarse en un edificio para maquinar a jornada completa lo que supondría su debut. Pero no fue hasta que viajaron a Berlín de la mano de uno de los gurús del clubbing interplanetario, Ewan Pearson, cuando dieron definitivamente con su camino. “Traíamos el trabajo hecho de casa. A la hora de grabar el álbum nos centramos en la instrumentación orgánica más que en los arreglos electrónicos. Ewan hizo que las canciones sonaran más consistentes y aún mejor, con vida propia, y lo cierto es que no podemos estar más satisfechos con el resultado obtenido”. Después de pasearse el pasado verano por los principales festivales con flema británica y telonear a Kasabian, The Streets o los propios Orbital, su particular invasión europeísta no ha hecho más que empezar. ¿Pero qué podemos esperar de su directo? “Nos encanta salir de noche y desde un principio tuvimos claro que nuestros shows tenían que ser lo más parecido posible a una sesión. Los temas se enlazan para no dar respiro a la audiencia y sin necesidad alguna de abusar de samplers y pregrabados, dando el mismo protagonismo a las guitarras que a los sintetizadores”. Queramos o no, oiremos su nombre hasta en la sopa durante este 2010. Así que lo único que podemos hacer es calzarnos como es debido para que el fenómeno Delphic no nos coja desprevenidos.
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