EL REGRESO DE LA NINFA DE L.A.
EntrevistasInger Lorre

EL REGRESO DE LA NINFA DE L.A.

Don Disturbios — 30-04-1999
Fotografía — Archivo

Inger Lorre es todo un personaje. Una chica de armas tomar de la que la prensa musical no sabía gran cosa después de que su banda, The Nymphs, se disolvieran fruto de una desafortunada campaña de lanzamiento por parte de la compañía, entonces comandaba por el todopoderoso David Geffen. Quisieron venderla como un nuevo símbolo sexual rockero en una California, que estrenaba década, comandada por Guns’n’Roses, Poison y L.A. Guns y como era de suponer la cagaron. «Fichar con Geffen fue un error enorme, pero cuando tienes veinte años y alguien te ofrece un millón de dólares es muy difícil negarse. Sabía que iba a ser terrible, lo sabía, pero quería un millón de dólares». Pese a que su álbum de debut obtuvo cierta repercusión en los medios y en la MTV, las ventas no se correspondieron con la inversión realizada. El descontento se apoderó de una banda que se sentía más próxima a la actitud punk de sus amigos Jane´s Addiction o de bandas como L7 o Babes In Toyland. Harta de todo y de todos, en pleno jugueteo peligroso con la heroína, Inger decide colgar la guitarra y refugiarse en una academia de arte, además de continuar con su faceta de dibujante de cómics (las portadas de sus discos son ilustraciones suyas). Ahora, ocho años después de aquella primera experiencia, Inger ha reunido, ayudada por su novio, batería de la banda, a un grupo de experimentados músicos que le han arropado en la grabación de su nuevo álbum «Transcendental Medication». Un disco que exceptuando algún que otro tema más duro como «She’s Not Your Friend», «Haunted Hill» o sobre todo «Beautiful Dead», se mueve próximo a los medios tiempos torturados, bajo el influjo de la dama negra. Inger apunta: «Cada una de las canciones del disco, son sobre amigos o persona queridas que han muerto». La muerte ha estado muy presente en la vida de Inger durante los últimos años. Su intensa amistad con el malogrado Jeff Buckley le ayudó a superar la muerte de su padre y después el destino… «Jeff era la persona más amable y generosa que nunca he conocido. Cuando murió mi padre me estaba volviendo loca, no paraba de llorar. No tengo una relación muy buena con mi madre, así que mi padre hacía de madre y de padre a la vez. Él creía realmente en mi. Muchas veces cuando estaba deprimida era el único que me daba ánimos, así que cuando murió me partí en dos y empecé a beber, intentando mitigar el dolor, y bueno no tenía ningún sitio donde ir porque él me estaba ayudando con el piso, y cuando murió todo el dinero pasó a mi madre y me quedé sin nada. Lo que pasó es que Jeff se iba a Memphis a grabar su nuevo álbum y nos dejó su apartamento en Manhattan a mi y a Paul, así que los dos nos quedamos en su apartamento, dormía de hecho en la cama de Jeff, cuando un día a las nueve de la mañana, no lo olvidaré nunca, sonó el teléfono era PJ Harvey llamando para decirme que Jeff había muerto». La relación de Inger y Jeff era muy estrecha. Habían colaborado y compuesto algunos temas juntos y parte de su imborrable huella ha quedado en este «Transcendental Medication». «Grabé los temas después de su muerte excepto tres canciones «Beautiful Dead», «Tea Without A Cake» y «Yard Of Blonde Girls», esas las grabé cuando Jeff todavía vivía. De hecho en «Tea Without A Cake» Jeff colabora, toca y canta en ella, bueno en realidad también toca en todas las canciones, pero la discográfica se lo hizo sacar. No sé el porqué. Es la típica historia estúpida de las corporaciones». La muerte, como el amor, inspira el trabajo artístico pero la honestidad también juega un papel importante. «Creo que grupos como Eels y Sparklehorse, están siendo muy honestos y ahora el público quiere que sus músicos sean honestos y digan la verdad». Así sea.n

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