A la pregunta de cuántos nombres de esta nueva hornada perdurarán y serán recordados con el tiempo, la respuesta es sencilla: pocas, muy pocas. Pero no se asusten, porque si echamos la vista atrás la mayor parte de esos grandes nombres del punk underground tuvieron existencia efímera y/o discutible evolución, y esas mismas bandas no hicieron más que dejarse llevar por la moda del momento, brillar por un instante para apagarse al rato. Lo vestimos de situacionismo (bueno, Vivien Westwood lo hizo) y de tiempo en tiempo aún se abre la veda de la influencia a reivindicar entre tanta crónica romántica del tiempo pasado que fue mejor: que si 400 Blows, Essential Logic o Crime… En estas mismas están o deberían estar The Fever: en 1988 Geremy y sus colegas habrían sido ravers, grunges en el 93 y posiblemente facturado post-rock con el final de la década. Una banda sin demasiadas papeletas para desarrollar carrera de larga distancia, y, sin embargo, con un gran disco cosido a singles de arriba abajo, en un momento de inspiración casual… o no. Rumiado desde las aulas de sus escuela de arte. “Sí, ese es nuestro background. Somos hijos de familias acomodadas, estudiantes de arte que, en un momento dado, decidimos montar una banda de rock”. Geremy y el guitarrista Sánchez Esquire comenzaron a juguetear en el estudio con el esqueleto de unas canciones de carácter experimental.
| "En realidad no he tomado tanto modelos de la generación punk como del trabajo de Alejandro Jodorowsky" |
El giro definitivo para la banda vendría de la mano de Pony, Achilles y J, el hermano de Sánchez, sección rítmica y teclados que configurarían el definitivo sonido de The Fever: más físico, garajero por momentos, con alguna que otra balada punk-soul que hace de tiempo medio, intenso y directo, organillo insidioso punteando los temas (¿de ahí las comparaciones con The Faint?) y el gargajo vocal de Geremy siempre en primer término. Tan cerca de Miracle Workers en el 86 y de Mudhoney hace quince años ya, como hoy de todas esas bandas que ya conoces y con las que les han caído todas las comparaciones. Aunque tampoco es que ellos hagan demasiado por evitarlo, con la participación en el recopilatorio “Yes, New York” junto a Radio 4, The Rapture o LCD Soundsystem (“surgió la oportunidad y todo es más fácil a nivel promocional cuando estás dentro de una escena, ya sabes…”), las fotos de promo trajeados a la Interpol y el arte gráfico que remite directamente a referentes de la vieja guardia como Killing Joke o Crass. Una preciosidad, oiga. Y si no se lo creen échenle un vistazo a la web del grupo www.thefeveronline.com. “Todo el arte gráfico es mi trabajo. ¿Te gusta? Muchas gracias. En realidad no he tomado tanto modelos de la generación punk como del trabajo de Alejandro Jodorowsky. Imágenes como las de la portada del disco son mi particular homenaje y traslación del universo que él creó en ´Santa Sangre´”. Antes que continuar por este camino (un buen rato intentando explicar por qué Jodo pasaba más tiempo últimamente tirándole las cartas con cámaras de por medio a Sánchez Dragó la madrugada de los domingos, que imaginando nuevos delirios comiqueros o fílmicos), interesarnos por el proceso de grabación (”sencillo, se puede decir que lo hicimos todo nosotros en el pequeño estudio del sello”), Kemado Records (“un proyecto pequeño con grandes grupos: Elefant, Shout!… Hay un componente lúdico en todos nosotros”) y el extraño sistema de promoción que les ha transformado de secreto bien guardado en mediano y justificado hype. “El sello casi empezó en serio con este disco por lo que la repercusión inicial fue casi nula. El disco ha ido creciendo con el boca a boca, las críticas en periódicos e Internet han ido llamando la atención de más prensa. Eso explica que el proceso haya sido muy lento. Casi un año después de la salida el disco estamos haciendo esta mini gira británica, y posiblemente, si todo sigue yendo bien, hagamos una gira europea, España incluida, dentro de unos meses”). Pues aquí estamos, hombre, esperándoos con los brazos abiertos.
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