“Lo único que puede salvar al puto loco mundo es el amor”
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“Lo único que puede salvar al puto loco mundo es el amor”

Arturo García — 18-09-2025
Fotografía — Antonio Olmedo

Con Aljamía (El Volcán, 2025), su tercer álbum, David Montañés transforma las jarchas hispánicas en un viaje musical donde lo ancestral dialoga con lo contemporáneo.

El disco nace de una investigación literaria y filológica y se convierte en una obra que une poesía medieval, trance sonoro y emoción colectiva. Hablamos con él sobre el origen del disco, su trayectoria y su manera de entender la música como búsqueda constante. Hoy lo presenta en el Café Berlín de Madrid y el día 4 en el Teatro Isabel La Católica de Granada.

¿Cómo nace la idea de llevar las jarchas hispánicas al terreno sonoro y convertirlas en el eje de Aljamía?
Ya en el instituto sentía atracción por ese idioma misterioso de las jarchas. Hace tres veranos tuve una epifanía andando por la sierra de Huelva: llevaba una pequeña antología de poesía medieval en España y, mientras la leía, se me reveló la melodía de Albo día. Luego vino todo lo demás.

Hablas de conceptos como etno-trance, protoflamenco, psicodelia mozárabe y alquimia lírica. ¿Cómo se traducen estas ideas en la práctica musical del disco?
Son etiquetas —bastante certeras— que me invento para preparar al público a lo que se le viene encima. Etnotrance porque es música de raíz y extática. Protoflamenco porque es jondo, andaluz anterior al flamenco, con letras sencillas pero de profundidad abisal. Además llevamos a una bailaora en el directo, porque las canciones encajan en distintos palos. Psicodelia mozárabe porque la música es hipnótica y las letras son jarchas mozárabes. Alquimia lírica porque esas letras conectan con lo ancestral y lo esotérico: la noche y el lucero de la mañana que pueden traer el amor y también llevárselo.

En el disco hablas de “su ser inalcanzable crea el camino”. ¿Qué significa esta frase dentro del proyecto?
Son palabras de María Zambrano sobre el horizonte. Hice un paralelismo entre el horizonte y el anhelo amoroso que destila todo el disco: algo que marcará tu vida independientemente de que llegue a un sitio u otro, es omnipresente.

"Aunque uno cultive el caldo con literatura y experimentos sonoros, me gusta partir de una epifanía, una revelación"

¿Qué peso tiene la investigación literaria y filológica en tu manera de componer?
A veces el texto “suena” por sí mismo y crea su realidad musical ensoñándola desde su propia naturaleza. Aunque uno cultive el caldo con literatura y experimentos sonoros, me gusta partir de una epifanía, una revelación que puede llegarte andando por el campo, en la cama antes de dormir o esperando el autobús.

¿Cómo dialogan en Aljamía lo ancestral y lo contemporáneo?
El trance mediante la repetición de patrones (loops) es lo más ancestral del mundo, y de ahí viene la electrónica. Aquí hay programaciones y samplers, pero sobre todo utilizo un recurso pianístico que me encanta: ejecutar analógicamente lo que parecen arpegiadores y figuras recurrentes de la música electrónica.

En el disco colaboran muchos artistas. Háblame del elenco de Aljamía.
Prácticamente medio disco se lo debo a mi compadre Alonso Carmona. También Antonio Arias, J, Moncho Fandila, Yasmin W. Abdelhadi, A. Ramiro Riazzo, mi hermana María del Mar, Sara Caró, Isabel Daza, Eva Tudela… y en los coros y videoclips Irene Abrahamsohn. Las fotos son de Antonio Olmedo, los vídeos de Alba Guni y el arte de Francisco Mateos.

En ‘Lanzallamas’ aparece un mensaje de rebelión. ¿Todo el disco tiene su espejo en la actualidad? ¿Y qué es lo atávico sino algo que llevamos validando siglos y que continúa presente?
Para lo negativo también… pero quitando Lanzallamas, todo el disco está hablando de amor de una u otra forma, que es lo único que puede salvar al puto loco mundo.

"Creo que la música no debe perder función social, de tribu, para generar emoción común y cohesión entre individuos"

Tu obra va de lo íntimo a lo colectivo. ¿Esa tensión es parte de tu identidad artística?
Como creador me gustaría pensar que sí. A veces imagino melodías repetidas una y otra vez en un trance mágico y popular. Creo que la música no debe perder función social, de tribu, para generar emoción común y cohesión entre individuos, aunque en las ciudades contemporáneas se hace difícil por las ordenanzas represivas de muchos ayuntamientos.

Tu piano toma de nuevo (en relación a Juerga y Vino) el eje musical del disco e incluso lo construye. Albo día, Ke serád de mibi, Letanias, As Sabah... ¿no?
Es el eje y sostiene todo. Puedo interpretar el disco y suena —más o menos— con piano y voz.

¿Es la música también un modo de búsqueda espiritual para ti? ¿A dónde te ha llevado Alajmía?
Si tienes un mínimo de sensibilidad, puedes sentir cómo la música interconecta lugares interiores y alcanza dimensiones difícilmente accesibles por otras vías.

Te tengo que preguntar por el directo. Como tantos otros montajes tuyos me sugiere todo un vodevil. ¿Qué tenéis planteado?
El 18 en el Café Berlín a las 20 h cualquiera que esté en Madrid lo podrá experimentar. Y el 4 de octubre en el Isabel la Católica de Granada, dentro del festival Fusión Granada 2031, con gran coro, diseño de luces lisérgico de Enrique Toro, la bailaora Eva Manzano, Juanlu Montoro en la electrónica, Alonso Carmona (laudón, bandurria, bajo eléctrico), Moncho Fandila (mandola, oud) y yo al piano y la voz.

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