“La música se ha empezado a entender de una forma algorítmica”
EntrevistasCorte!

“La música se ha empezado a entender de una forma algorítmica”

JC Peña — 09-11-2025
Fotografía — @camiilamb

El madrileño Gonzalo Barbero lleva dos años impulsando su proyecto CORTE!. Su primer álbum “Música para seres humanos”, precedido por un EP y varios singles, se publica también con el respaldo de Sonido Muchacho.

El joven músico, en activo desde la infancia, ha militado en grupos como Carrera. Grabadas entre su casa y Los Invernaderos de Madrid, estas ocho canciones oscilan entre la electrónica inteligente, la new wave actualizada y toques de post-punk. En las letras, una mirada propia que tira de ironía, sarcasmo y referencias políticas que condensan la mente afilada del músico.

Todo se condensa en apenas veinte minutos, un metraje que hace no tanto sido considerado un mini LP. “Creo que ya no hay reglas en cuanto a eso -opina-. Antes mandaba el medio físico y la longitud de un disco estaba determinada por la cantidad de tiempo que podías meter en las dos caras. Ahora es un poco más libre, pero el motivo principal es la ausencia de tiempo. Cuando empecé a hacer el disco el verano pasado, componer y grabar mientras trabajaba era prácticamente imposible. Es un poco fruto de la inmediatez, de hacer que el disco existiese. Pero sí, es corto”. 

Compuesto y grabado esencialmente “en casa”, el álbum se terminó en Los Invernaderos del barrio de Tetuán. “Hicimos baterías acústicas e hicimos labor de producción, pero la inmensa mayoría del trabajo está hecho en casa con los sintes y las cajas de ritmos secuenciadas. Para cuando tenía dos días libres seguidos, dedicarlos a hacer música. Que terminar ese corpus de canciones fuera lo más sencillo posible, y luego acabar las canciones y mezclarlas en el estudio”. Todo lo que suena está tocado por él, excepto las baterías acústicas de Conrado Martín (Doctor Explosión).

“¿Hemos perdido la capacidad de salir por la tangente?”

El estudio de Tetuán -antiguos El Invernadero regentados por Brian Hunt- “es guay porque no es un estudio de grabación como el que estaba acostumbrado a ir cuando tenía bandas, donde te dicen que tienen una batería de los sesenta y un Prophet 4 del 85 -no funcionan la mitad de las teclas, pero suena muy bien-. Tienen menos equipo, pero está muy bien aprovechado y usado. Es para trabajar. Para propuestas que encajan mejor en una grabación moderna. Pero el sonido que hemos sacado a las baterías es muy guay”.

Gonzalo afirma que lleva desde los dieciséis años “con la obsesión de grabarme y producir. Nunca he aprendido profesionalmente ni a tocar ni a grabar, tengo nociones de técnico de sonido, pero creo que he aprendido muchísimo en estos dos últimos años de producción y mezcla, principalmente por la gente de Invernaderos, Pablo Cuerno y José Doel, que son dos pedazo de profesionales y gente con voluntad de hacer las cosas bien".

Gonzalo destaca el apoyo de Sonido Muchacho hacia su música. “Yo les presenté un dosier con el proyecto. Era la primera vez que hacía algo así. Tenía las demos, y tenía que terminarlas. Apostaron desde el principio. Me ayudó mucho Adrián de Movidas Ardilla para que tuviese recorrido. Y en seguida empecé a trabajar con esta gente de Invernaderos. Sonido Muchacho estuvo desde el principio”.

“No es frecuente, y no me había pasado en la vida -admite-. Yo tocaba en un grupo que se llamaba Carrera, que editamos un disco y un EP, y en más grupos. Llevo desde los once años tocando, siempre de forma autodidacta, y nunca con el respaldo de un gran sello. No es algo que estuviese muy en la conversación hace seis o siete años en la escena. Entonces la mayoría de la gente funcionaba de forma autosuficiente. Ahora la mayoría de mis compañeros de otras bandas están en algún tipo de sello o distribuidora con alguna estructura detrás”.

Gonzalo define sus canciones como “pop crudo”. Desde luego, no se pueden encasillar de un modo claro en un género concreto. “Lo digo porque está a medio hacer, un poco en detrimento del trabajo de uno mismo. Sí creo que hay referencias claras como Crack Cloud o Talking Heads. Es un poco lo que me apetece hacer en el momento, no tengo ninguna presión para hacer algo concreto”.

Él mismo admite que su propuesta es bastante insular en un panorama que tiende al mimetismo, por razones que tienen que ver con la velocidad que demanda la industria, y también por las servidumbres del streaming. “La mayoría de los artistas de ahora se mueven en estilos muy concretos porque la música se ha empezado a entender de una forma algorítmica. Como artistas y oyentes, escuchamos y somos lo que viene después. Cuando uno tiene un proyecto por su cuenta, es posible hacer cosas distintas cada vez simplemente en función de lo que quieres investigar. A mí me gusta mucho hacer versiones en casa. Y cuando hago una, sé que siempre voy a sacar ideas nuevas o sonidos distintos. Es un poco mi playlist vital”.

“Ahora la mayoría de bandas están en algún tipo de sello”

El hecho de que muchas bandas o artistas se parezcan “es mercadotecnia. Es una cuestión de cuando la creación artística se encuentra con “cómo podemos vender esto, en qué nicho de mercado podemos entrar”. Bandas como Carolina Durante han generado un sonido y una forma de hacer canciones que mucha gente está imitando. Yo no les culpo, no es nada malo. Es pensar: ¿Hemos perdido la capacidad de salir por la tangente y hacer algo sorprendente? La gente no está dispuesta a dejarse sorprender, precisamente por los algoritmos. Todo se parece un poco a lo que ya hemos consumido y a lo que ha existido porque como consumidores es más fácil. Ocurre lo mismo en el mundo editorial. Es una lógica que está destruyendo la esencia de hacer cultura, yo creo”.

Precisamente una parte fundamental de CORTE! son las letras y su mirada particular sobre las cosas. “Lo que la hace especial es que es mía. Es de lo que más orgulloso estoy. Esa ironía y sarcasmo es algo que de alguna forma funciona para protegerme, porque hablo de muchas cosas que me dan miedo: el ascenso de la ultra derecha, lo que potencialmente puede volver a ser este país, cómo pueden volver los fantasmas de siempre”.

En su opinión, “una lengua tan rica como el castellano te permite hablar tanto de lo que quieres hablar como de lo que quieres que otros crean que estás hablando. Creo que esto lo hemos perdido, hay mucha literalidad en todo lo que se escribe ahora mismo. La autoficción es el género por autonomasia en la literatura actual, porque hay una necesidad constante de estar hablando de nosotros mismos y nuestras experiencias, en lugar de lo que ocurre alrededor. Si en algo se puede aportar es en mirar hacia fuera. Quiero pensar que hay algo de eso en las letras”.

Dicho esto, “creo que también son divertidas. Soy una persona con sentido del humor, y me parece que está muy bien coger de la solapa a la gente para que escuche algo con algo a priori más accesible, como el humor. Quiero pensar”.

Gonzalo cierra su trabajo con una instrumental futurista. “Se me borraron muchas canciones y perdí varios meses de trabajo. Una de ellas era una instrumental que me gustaba mucho, y cuando por fin conseguí rehacerla, no sabía qué hacer con ella. Pensé que las mismas voces resampleadas que van diciendo a lo largo del disco “Música para humanos”, cantasen la última canción, que estuviese desde esa voz. Son las propias máquinas intentando interpelar o a los humanos o a las máquinas. No había hecho nunca algo así. Fue como hacer hablar al sampler”.

El proyecto está vertebrado por “yo y mis circunstancias estructurales, de curro y horarios”. Por lo tanto, es Gonzalo quien prepara los directos. “Gira en torno a la gente que puede venir conmigo. Si viene Carlos, compañero de Bloodstain, toca el bajo; si viene Carlos de La Trinidad, puede tocar sintetizadores. Se lanzan cosas, pero todo es modificable. Es un poco como un Sound system”.

 

Lo siento, debes estar para publicar un comentario.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.