Batería y una de las voces del singular trío madrileño Rosvita, Vera se define como “un actor de canciones”. Definición certera, pues el carácter teatral, ingenioso y surrealista de sus composiciones viene marcado por su trabajo en escenarios y platós. Su nuevo disco está arropado por la inclasificable banda gallega Trilitrate (violín, acordeón y guitarra española) y colaboraciones de fuste como la de su admirado Albert Pla.
Manuel Campos, amigo y compañero de fatigas en Rosvita, se encarga de la estupenda producción en un disco que redobla la personalísima apuesta con un festín de sonoridades y estilos que cuajan en la particular visión de la psicodelia-folk de autor, o como quiera usted llamarlo, de Capitán Bazofia.
Hoy estrena el videoclip de “Cuando me dejas atado”, dirigido por César Tormo y con la participación especial de Albert Pla. Capitán Bazofia estará presentando el disco en Madrid el 24 de abril (Teatro de Barrio, sesión vermut).
La última vez que nos vimos fue en la presentación de “Ánimo, animales”. Debió ser en 2018. ¿Qué ha sido de Capitán Bazofia durante este tiempo tan raro?
La verdad es que la pandemia me ha venido bien para organizarme. Tengo la suerte de tener instrumentos en casa, y he podido ir currando a tope. Me refiero a que los temas que ya tenía pensados los acabé, y los que no, los hice durante la pandemia. Fue un momento muy guay para acabar el disco. Le mandaba las maquetas a Trilitrate para que fueran haciendo los arreglos, y estar muy concentrado en ello durante esa temporada. Me sirvió para acabarlo.
Comparado con el debut, suena mucho más a disco de “grupo”. ¿Echabas en falta esa dinámica?
Tenía ganas de hacer un disco con muchos colaboradores. Me apetecía porque es un poco ir a la contra. Capitán Bazofia siempre ha sido una persona sola, pero al final, cuando he salido a tocar, me encanta hacerlo con más gente. Disfruto mucho tocando solo, pero con el otro disco salía al escenario con dos saxofonistas y Manolo [Campos], si podía, a la guitarra. Aquí de repente, la idea de tener banda me parecía bonita también para darle otro color al disco. Que no fuera igual. Buscar algo distinto.
¿Y cómo se concretó la posibilidad de tocar con Trilitrate?
Nos conocemos de la época de Rosvita. Bueno, de antes de que existieran. Por Rubén [Abad]. De hecho, la banda del disco es Trilitrate y David Santos, que es el bajista de Cró! Es una peña de Galicia con la que siempre hemos estado a gusto. Tenemos muchas cosas en común, ellos también han grabado en Estudio Brazil. Les conozco desde hace muchísimo tiempo, y les tenía en mente cuando pensaba cada tema en casa. Si se me ocurría un arreglo, imaginaba cómo podía quedar con el violín de Elena [Vázquez]. Ha sido muy orgánico.
¿Cómo planteaste la grabación?
Sabiendo que ellos ya tenían a tope los arreglos, yo iba con mi set: el órgano con los pedales de bajo, haciendo armonías con el ukelele y cantando. La base era esto, y sobre eso venían sus arreglos. Ellos habían mandado ya sus propuestas, y todas eran magníficas.
¿No pusiste ningún pero?
La verdad es que tuvimos que poner un poco de freno en las mezclas, porque ellos son un poco barrocos. A mí me encanta lo que hacen, pero de repente las cosas que hacen son tan bonitas que tenían que estar en su justa medida. Manolo estuvo a tope ayudándome ahí, y sí que es verdad que, por niveles, en la mezcla quitamos algún arreglo.
Está claro que en cuanto al sonido, es un disco muy diferente a tu debut, más denso instrumentalmente, incluso hay algo de electrónica (“Pájaro molón”). ¿Qué dificultades tuvisteis que sortear en el estudio?
Como te decía, todo fue muy orgánico. Yo había ido a Vigo a ensayar con ellos antes de la grabación. Y como es muy fácil trabajar con ellos, en seguida vimos que funcionaba. Dificultades…más, los miedos que tuviera yo de no confiar en mí como intérprete, porque sabía que ellos iban sobrados. Grabamos en directo, ellos en la sala grande y yo fuera, en la cocina del estudio. Algún tema con el que tenía más dudas salió a la primera toma. Cosas que dices: pues no sé por qué. La magia del momento. Y es verdad que cuando tocas con gente de este nivel, te intentas agarrar a su carro.
"Me ha dado menos vergüenza hacer lo que me salía”
Pero las canciones tienen su complejidad en cuanto a cambios o estructuras.
Eso es de la base: son así. También creo que el hecho de no ser un músico “de escuela” lo bueno que tiene es que me lleva a acabar trasteando en casa con cambios y armonías que no reconozco como arreglos, sino como experimentación. Lo que importa es que lo que hago me suene bien, es así de básico, pero creo que tiene sus cosas positivas. Al menos, atraigo a esos músicos, que son muy buenos. Ves que lo que les propones les gusta, y eso para mí es satisfactorio.
¿Las baterías también las hiciste tú?
Sí. Lo que menos me gustó fue tocarlas después, con lo demás grabado. Todo era muy orgánico, y eso es un pelín impostado, entre comillas. En los temas que iban con caja de ritmos fue más fácil, porque era como seguir la claqueta, pero en otros en los que se movía la cosa de tempo, Manolo tuvo que ayudarme. Pero, en general, no hubo nada problemático.
Manuel estuvo muy presente también en tu primer disco. ¿Cuál es su papel en Capitán Bazofia?
Aparte de la amistad y de llevar tantos años colaborando, para mí es una persona que tiene la cabeza muy ordenada, cuando yo soy más caótico. Creo que siempre me da muy buenos consejos, sobre todo a la hora de quitar o hacerme ver cosas que no veo de primeras o que pienso que están bien así. Tengo confianza plena en él. Y es una persona que me aporta mucha confianza en lo que hago. Es un apoyo muy positivo a la hora de grabar, y de todo lo demás. De hecho, uno de los temas, “Te casarías por mí?”, es de un musical que hice con él hace veinte años, y esa canción la compuse con él.
¿Rosvita ya existía?
Sí. Capitán Bazofia nace un poco de los momentos que hay en medio de ensayos en los que propongo alguna cosa que no cabe en Rosvita, aunque a lo mejor la ensayáramos porque nos gustaba.
Siempre has sido muy fan de Albert Pla. Pero lo de contar con él en una canción, ¿cómo se hace? ¿Le llamas y ya está?
No, es circunstancial. Nos conocemos de hace tiempo. Yo estuve haciendo un musical sobre el 23-F [risas], una idea genial. Estábamos haciéndolo en el Teatro del Barrio de Lavapiés, y él estaba en Madrid con “Guerra”, una cosa que hacía con Muguruza y Raül Refree. Teníamos un amigo en común, que era el director de su historia. Total, que acabaron viniendo a ver nuestra función. Salimos después, y nos dijo que le había ha encantado; la temática era muy de su rollo –una cosa un poco satírica sobre ese golpe de Estado tan español y valleinclanesco–, y ahí hicimos migas. Le caí en gracia y nos hemos ido viendo: yo he ido a Barcelona a currar y le veía, cuando él venía a Madrid me llamaba. Tenía el sueño de que participara en un tema del disco. Y creo que la canción, “Cuando me dejas atado”, es la más adecuada.
En las voces hay más colaboraciones, ¿no?
Sí, en “Lady Boy”, la última, están Richard Collins, que es un actor inglés, y Samuel Gómez, un actor de musical que conocí en uno de mis trabajos. También hay otra actriz de musicales, Amanda Digón Mata, en “Cantando ovejas”. Es un disco en el que pensé en cierta gente para que cantara algunas cosas. Lo de Albert Pla me hizo bastante ilusión, porque tiene mucha historia. Primero fui yo a grabar su voz a su casa para que no viniera aquí, pero se hizo de aquella manera, no estaba grabado fino como en Brazil. Lo vio Manolo y me dijo: “Tío, esto está fatal” [risas]. Total, que le convencimos para que viniera al estudio aprovechando una de las veces que tocaba en Madrid. Se tiró mucho el rollo. Y le volvimos a convencer para que viniera a grabar el videoclip. Le hemos “exprimido” a tope.
"Capitán Bazofia nace un poco de los momentos que hay en medio de ensayos en los que propongo alguna cosa que no cabe en Rosvita"
¿Qué me puedes contar del título? ¿Se puede decir que plantea un tema para todo el disco?
Bueno, la autoficción está muy de moda ahora, ¿no? Al final, los que hacemos canciones las percibimos como una especie de autobiografía ficcionada. El título me pareció un buen reclamo. Es una idea que tenía para desarrollar: una agencia de viajes que organiza viajes con parejas que quieren acabar mal, para que acaben bien. En vez de ir a un psicólogo, vas ahí y acabas bien la relación. Me pareció una idea bonita, que surgió de un viaje que hice con mi chica a Portugal. No sé si el tema está claro, las letras del disco son más eclécticas. Igual la del perro [“Cuando me dejas atado”] es la más clara, aunque podría interpretarse también como una relación de pareja. Aunque no lo parezca, las canciones tienen mucho debajo [risas]. Mucha historia, que posiblemente entienda yo más que nadie.
Vuelve a haber muchas referencias a animales. ¿Casualidad?
Me molan los animales en general, sí. Hay algo psicológico que es bonito en animalizar las cosas.
Quizá el álbum tiene un tono más melancólico que el primero. “Cantando ovejas” se acerca a la ranchera…
Estilísticamente es un disco en el que me ha dado menos vergüenza hacer lo que me salía. A veces nos capamos a nosotros mismos en plan de “nunca haría una ranchera”. Y tampoco es que sea una ranchera a tope, aunque sí tiene bastante. Este disco está lleno de no ponerme cortapisas a la hora de hacer algo.
“Lady Boy”, la última, es como de musical.
Sí, es un homenaje a un musical. Quería hablar de nuestro lado femenino. Todo viene de una gira que hicimos con Rosvita. En la plaza del pueblo de Nottingham había una carpa de Lady Boys, y el show me impactó mucho. Esa letra y la de “Te casarías por mí?” son antiguas. La escribí en inglés, y luego le pedí ayuda a mi amigo inglés, porque había cosas que sonaban muy surrealistas o extrañas.
Es curiosa y adecuada la definición que haces de ti mismo en la nota de prensa. “Actor de canciones”.
Sí, es una definición que se acerca a mi trabajo: soy actor, sobre todo en el teatro, en el audiovisual cuando puedo, y creo que esa parte lúdica y de espectáculo la tengo de serie; es algo mío que impregna los discos y, sobre todo, los directos.
Con ese toque de humor surrealista que te obliga a caminar por una línea muy fina, ¿no? ¿Cuál es el límite para que deje de funcionar?
A mí me gustaría que la broma se tomara muy en serio. No es un chascarrillo. Es donde me gusta estar: en ese lugar. Pero creo que este disco tiene un poco menos de eso. O lo tiene de otra forma más profunda entre comillas, no lo sé. Mi intención no es hacer las cosas así para llamar la atención: quiero hablar de un tema, y me sale hacerlo de esa forma. No lo hago así para crear adictos, que no los tengo [risas].
Hablando de fans, ¿qué expectativas tienes? Me parece que es una apuesta muy fuerte. En el sentido de que se hacen pocos discos con este nivel de instrumentación, de calidez del sonido, de cuidado en la grabación, los músicos…
Bajísima. Si te soy sincero, la acogida del primer disco fue muy triste a nivel de prensa. Lo que sucede es que, al final, no acabas de tener un canal. Entonces tenía un poco más de expectativas, ahora las tengo mucho más bajas. Yo qué sé, es que nadie me puso en Radio 3. Es una tontería, pero bueno. Ni en “Capitán Demo” ni en el programa más chusquero. Y se hizo un pequeño trabajo de enviar cosas, pero fue así. Lo de la promoción es el trabajo más ingrato del mundo, porque puedes hacer mucho y que nadie te haga caso. Es así. Pero lo que nadie me quita es que me he hecho un disco como si fuera Leonard Cohen o Tom Waits: he podido hacerlo con la gente que quería, en el sitio que quería. Aunque tuviera mucho dinero, lo habría hecho así.
Con el tiempo entiendes que las expectativas son peligrosas, y más en este país tan complicado. Igual es más sano tenerlas bajas.
Sí. Me parece que hay muchos artistas que no acaban de despegar. No sé si sufren impedimentos, o realmente lo que falta es gente que se interese por ellos. Y profesionales de la prensa musical con interés por ciertas propuestas. ¿Qué pasa con lo que no se oye en las radios? Hay mucha gente que tiene incluso una carrera y no tiene ninguna visibilidad. No quiero echar piedras sobre mi propio tejado, pero sí me pasa que a veces oigo Radio 3 y digo: “Hostia, siempre lo mismo”. Hay pocos colores. No engrandece la música que todo esté tan acotado. Me parece que hay poco margen para las cosas diferentes.

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