“No queríamos llevar las canciones a donde naturalmente nos pedían”
EntrevistasCaballos Yonkis

“No queríamos llevar las canciones a donde naturalmente nos pedían”

Javier Escorzo — 01-10-2025
Fotografía — Edorta Subijana

El último disco de Pedro Gracia Pérez de Viñaspre, conocido artísticamente como Havoc, salió en marzo de 2020, justo antes de la pandemia. Desde entonces, el artista no ha dejado de trabajar y ahora regresa a la actualidad con un nuevo grupo, Caballos Yonkis, y un disco, "Sobredosis" (Subterfuge), en el que reúnen influencias de lo más diversas.

Había tenido proyectos anteriores, como PLV Havoc o Havoc. ¿Cómo se ha gestado esta nueva aventura de Caballos Yonkis?
En 2020 publiqué Espíritu y a los 15 días llegó la pandemia. Esto trastocó todos los planes. Teníamos una gira enorme preparada y todo se fue al garete, como el resto del mundo. No pasa nada. Después nos dio tiempo a todos para ponernos en perspectiva. Jon Vidaur, el productor y guitarrista de Havoc, decidió que quería dedicar más tiempo a su familia y al estudio, con el que tiene mucho trabajo. Pensé seguir de otra forma, pero me di cuenta de que que Havoc, sin Jon, no tenía mucho sentido. Yo había escrito una batería ingente de canciones y empecé a maquetarlas con Xabi Villena, que también era guitarrista en Havoc. Después, las circunstancias de la vida me llevaron al estudio de Iñaki De Lucas. Iñaki es una leyenda, productor y músico de La Buena Vida, ha grabado a Rafael Berrio, a El Columpio Asesino… Lleva desde los 80, desde UHF, hasta ahora, siendo uno de los grandes talentos ocultos que tenemos en este país.

¿Y cómo fue el proceso con Iñaki?
Nos ha costado dos años hacer este disco. Y no quiero decir más porque me da vergüenza, pero... Como mínimo estuvimos dos años en él. Llevé las canciones, letra y música, y creo que Iñaki se enamoró del proyecto y algo que iba a hacer yo en solitario se convirtió en un dúo; un dúo que luego, con el paso del tiempo, lo convertimos en Caballos Yonkis. Pero fueron dos años de machete dentro de la jungla, desbrozando la maleza, un viaje hacia lo desconocido.

Ese período de dos años, ¿incluye lo que tardó en escribir las canciones? ¿O fueron dos años solo para arreglarlas?
Dos años con las canciones ya decididas, sí, pero buscándoles el sitio. Nuestro sitio. Intentando diferenciarnos, no conscientemente, porque esto es un viaje que no es consciente, no sabes a dónde llegas. No queríamos llevar las canciones a donde naturalmente nos pedían.

Sobre eso que comenta, en la hoja de promo se mencionan algunas influencias como Brian Eno, Human League o Ultravox, pero yo también veo un punto muy de pop francés, italiano o español de los setenta, sobre todo en las baladas. Hay alguna, como Arde, que me recuerda a Manuel Alejandro, aunque luego la producción y los sintetizadores se lo lleva a otro sitio, pero con otra instrumentación, con una orquesta tipo Trabuchelli y Waldo de Los Ríos, podrían encajar perfectamente en otro estilo.
Sí… Lo de Manuel Alejandro también lo han dicho en la radio. Para mí es una barbaridad que digan eso, porque Manuel Alejandro, si no es el mejor compositor en la historia, ahí estaría con Serrat y poco más. Me halaga mucho. Puede ser que Arde, por ejemplo, sea una especie de encuentro entre Manuel Alejandro y Vangelis. Con Iñaki de Lucas es complicado trabajar con influencias, en ningún momento hemos buscado parecernos a algo concreto. Al revés: en cuanto veíamos que había algo que se parecía a algo, intentábamos eliminarlo. Yo le mencionaba grupos a Iñaki y él te salía con Rafaela Carrá. Rápidamente yo entendí que la forma de trabajar no iba a ser en base a unas influencias concretas de forma consciente, sino a una memoria musical que ambos tenemos y que es inconsciente. Hay una frase que me hace mucha gracia y que me gusta, porque es verdad: “Las influencias no se tienen; se padecen”.

¿Cómo se desarrolló el trabajo con Iñaki? ¿Llevó las canciones a guitarra y voz y a partir de ahí construyeron los arreglos?
Efectivamente, fue así. Yo le llevé como veinticinco o treinta canciones con guitarra y voz, e Iñaki las escudriñó de la manera más cruel posible. Elegimos las que entre los dos vimos con más posibilidades, y ahí empezó el proceso que te hablo de dos años. Las canciones ya tenían letra y música, pero el gran viaje de este disco ha sido encontrar ese espacio en el que las canciones fuesen de una forma especial y no tiraran hacia lo obvio. Por ejemplo, hablando de Arde, si la dejas desnudada puede parecer una canción de Manuel Alejandro, pero luego la escuchas y la canción es una nave que despega. El trabajo de Iñaki es genial, inapelable, no tengo palabras.

“Hay una frase que me hace mucha gracia y que me gusta, porque es verdad: “Las influencias no se tienen; se padecen””

Entiendo que, como reconocimiento a ese trabajo, las canciones no salen con la firma de Havoc, sino como obra del grupo Caballos Yonkis.
Sí. Al final, esto es una cosa que impulsé yo y que Iñaki simplemente iba a arreglar, producir y grabar, pero los dos nos enamoramos el uno del otro y decidimos que lo que queríamos hacer era una cosa conjunta. Ambos nos hemos involucrado de una manera muy profunda. Y no me quiero olvidar de la aportación de Ander (Vildósola), que estuvo conmigo desde el principio. Ander lo hace todo bien: canta mejor que yo, toca mejor que yo… todo. En directo tocara la batería, pero podría hacer cualquier cosa. Y también está Jaime (Nieto), que ya estaba en El Columpio Asesino o en We Are Standar, e incluso conmigo cuando empezaba, que era mi bajista; es un seguro de vida, es implacable, y un músico que merece un reconocimiento que espero que consiga con nosotros, si no lo ha conseguido ya con sus proyectos anteriores.

Eso que dice de que no querían que las canciones fuesen hacia lo obvio me recuerda a una de las frases del disco: “No me gustaría hacer lo de siempre”.
Sí. Obviamente, esa canción es poliédrica y tiene muchas aristas, pero podrías extrapolar esa frase y serviría para resumir esa idea, sí. Yo empecé con Warner, con mi primer disco, que era americana, tipo Wilco o cosas así, en inglés. Luego rápidamente entendí que si quería tener una carrera como artista, debía expresar las cosas en mi propio idioma. Tuve la colaboración con Nacho Vegas, que para mí era un estandarte en esto de la música. Y entonces la música se hizo más pop. Hay cierto público que, cuando cambias, te acusa de ir de esto o de lo otro. También hay gente que tiene un poquito más de sentido común y entiende que un artista cambia, como hacía Bowie en cada disco

Siempre ha habido dos tipos de artistas: por un lado estarían los que son tipo AC DC, que siempre hacen lo mismo y lo hacen muy bien, y por otro lado estarían los que son tipo Bowie, que cambian de disco a disco y tienen sus épocas diferenciadas.
Efectivamente, y yo respeto a ambos, pero respetadme a mí también.

Una pregunta tópica, pero con el nombre del grupo que han elegido, no puedo evitar hacer: ¿de dónde sale eso de Caballos Yonkis?
¿Qué respuesta tienes? Tengo la verdadera, la inventada…

La que vea…
Te voy a decir la verdad. Han sido dos años de trabajo y el nombre ha ido cambiando. Las cosas no siempre tienen una explicación lógica, a veces hay un sentido emocional oculto. A veces la mejor razón para hacer las cosas es porque sí. En el tiempo que estuvimos trabajando, hubo muchas bromas internas. El nombre del grupo salió de una de ellas: si los yonkis se meten caballo, los caballos se meten humano. Te puedes imaginar cómo, a partir de esta broma, surgió lo de Caballos Yonkis. Seguramente, en la próxima entrevista leerás una explicación distinta, pero esta es la verdad.

Desde luego, el nombre es impactante.
Bueno, no pretendíamos impactar, pero, por otro lado, no está mal.

El disco que se titula Sobredosis; ¿es por seguir con el juego de palabras? ¿O va por algo concreto de lo que estén hartos?
La respuesta está en la propia pregunta. Por un lado, nos hacía gracia seguir con la temática y, por otro lado, hay una sobredosis, hay demasiado de todo, por ahí va.

En el disco participan Cristina, Albaro y Raúl, de El Columpio Asesino. ¿Por qué eligieron esas colaboraciones?
Iñaki ha grabado casi todos los discos de El Columpio Asesino. Había ahí una conexión. Cuando terminamos el disco, surgió la idea de incluir una colaboración y rápidamente pensamos en Cristina para cantar Arde. También pensamos que casi siempre que alguien pide colaborar a El Columpio, se lo pide a Cristina, y nos apeteció que estuvieran también los chicos. Inicialmente, Cristina iba a cantar Arde en plan Pimpinela, pero no funcionaba y probamos de la forma que aparece en el disco, que es la ideal. Ella aporta su luz a la melodía Cristina es una pasada. Albaro canta en Perfecto, le da frialdad a una canción que tiene mucha intensidad, creo que queda maravilloso. Y Raúl participa en la parte instrumental de Viuda; lo que hace instrumentalmente al final con una guitarra que parece un bajo me parece fantástico. Los tres aportan muchísimo.

Imagino que el plan ahora será tocar todo lo que se pueda, ¿no?
Claro. El disco sale mañana, va muy guay (la entrevista se hizo el 18 de septiembre, NdR). En el sello, en Subterfuge, estamos muy ilusionados. Yo creo que en breve podremos dar noticias muy interesantes de conciertos. Hay cositas, pero basta que las diga para que se hagan, así que vamos a esperar a que salga el disco, y en cuanto esté en la calle por supuesto tocaremos. Al final, los músicos vivimos de tocar. Y aparte de eso, lo que queremos es tocar. Los discos se hacen para ser tocados.

Por mi parte está, Pedro. ¿Algo más que añadir?
Pues sí, quería decir una cosa: Palestina libre. Es algo indescriptible, inefable, el comportamiento del gobierno israelí con el pueblo gazatí. Es un genocidio del que si no estás en contra, todos somos cómplices.

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