"Llevamos el lo-fi en la sangre
EntrevistasBurning Parachute

"Llevamos el lo-fi en la sangre

Ángela Cantalejo — 07-09-2015
Fotografía — Christian Lagata

Burning Parachute son una banda que toca folk-rock americano distinta al resto. Suenan a americana limpia pero capaz de evocar, gracias a trompetas y una gran variedad de texturas, una especie de atmósfera casi jazzística, sofisticada, a la europea

Ellos son Alejandro Olmedo (voz y guitarra), Niels Byrton (guitarra), Miles Mayer (bajo), Aurelio Román (trompeta y fiscornio), Nacho Erdosain (bateria y percusión) y Marcos Carnero (teclados y guitarra slide) parecen tener la capacidad de evocar la paz de los grandes lagos del Medio Oeste y, a la vez, llevarte al ajetreo de un café parisino de los años 60. Su LP "Towers" (Autoeditado, 2015) es el mejor ejemplo de que el folk no tiene por qué ser áspero ni rudo, a pesar de que reconocen "llevar el lo-fi en la sangre". No en vano confiesan influencias tan eclécticas como las de Arthur Lee & Love, Os Mutantes, Neil Young o Beck; de películas como "Pierrot la Fou" o "The Warriors"; y escritores como Vladimir Nabokov, Raymond Carver o Mario Puzo.

A veces, una pizca de casualidad en una ciudad en la que todo puede pasar hace que la música haga el resto: “Coincidimos todos en Madrid, excepto Nacho y Alejandro que se conocían de Jerez”. Alejandro recuerda: “Conocí a Niels en 2012 buscando piso por Madrid, y nos pasamos una hora hablando de Neil Youg. Al día siguiente hizo la mudanza, montamos el set y nos pusimos a tocar y grabar en casa. Ahí nació Burning Parachute”. Niels recuerda cómo “enseguida supimos que Miles iba a ser el bajista: buen gusto, muchas ganas de tocar y un arte especial para inventar expresiones”. Alquilaron un local debajo de un parking y, entre cerveza y acorde, Miles comentó que tenía un amigo que tocaba la trompeta y, así, un día apareció Aurelio en su bicicleta con transportín, un tipo que quiso aprender a tocar la trompeta tras escuchar el disco de Kind Of Blue de Miles Davis”. Días después, en un concierto conocieron a Marcos, el actual teclista y slide guitar, ''como una mezcla de Ray Mazarek y Frank Zappa: la barba le llegaba a la cintura'', cuenta Alejandro entre risas. Esa época los cinco vivían en Madrid y había ratos para “conciertos, tocar en casa y tomar vermuts. Montamos la mesa, los micros, y nos metimos una semana en el local a grabar lo que iba a ser nuestro primer Ep Atlantis, que publicamos en abril de 2013”. En junio de 2014 decidieron bajar a los estudios La Mina, en Sevilla, de su amigo Raúl Pérez, donde han grabado bandas como Pony Bravo o Maika Makovski. Allí encontramos el sonido que queríamos, amor y confort. Raúl había preparado en su cabeza un plan y dio en el clavo. Fue una experiencia brutal: 10 días en un caserío a las afueras rodeado de olivares, mucho calor y un delfín expulsando agua clorada 15 horas al día sobre la piscina”.

Parece no preocuparles demasiado el do it yourself: “Los medios que existen han facilitado bastante poder hacer por ti mismo este tipo de cosas aunque es cierto que nos gustaría trabajar con algún sello o managment, facilitaría mucho las cosas, pero tampoco pasa nada si seguimos como estamos. Tenemos muchas ganas de tocar el álbum y eso es lo que cuenta”. A pesar de que actualmente se distribuyen entre Madrid, Francia y Londres, el proceso compositivo lo organizan a la perfección: “Cada uno añade una idea a otra de más peso y viceversa, desde la distancia. Un par de findes al mes intentamos vernos todos en Madrid, en el estudio de Marcos. Allí pasamos el tiempo tocando, grabando, jugando al ping pong...”. Y así han cuadrado agendas para presentar "Towers" en una gira española y francesa que les llevará, a partir de octubre, por Granada, Sevilla, Madrid, Barcelona, Toulouse, Bordeaux o París, con un show que promete sorpresas visuales diseñadas por Christian Lagata.

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