Javier Bravo Lahoz tocó la batería en diversos proyectos punk y hardcore hasta cambiar el bullicio del centro de Madrid por la calma de la sierra madrileña. Desde la tranquilidad de ese entorno lanza este debut maduro, lúcido e introspectivo que no se parece a casi nada, y que recopila décadas de reflexiones y vivencias. En “El gilipollas”, la canción que abre el álbum, plantea cuestiones incómodas que nos incumben a todos, y que luego se despliegan a lo largo de los ocho cortes.
Tengo que empezar preguntándote por “El gilipollas”, que parece importante dentro del disco, en lo musical y en cuanto a lo que plantea. ¿Cuál es su origen?
El disco empieza con esta canción para presentar al personaje que va a ser protagonista de las reflexiones, las experiencias y los desvaríos que se describen; es totalmente autobiográfica, como el resto. Pensé en llamarla “autorretrato”, como el texto del que la saqué y que había escrito hace muchos años. Pero, de entre todos los insultos contundentes que tenemos en español, “gilipollas” es de los que mejor suena, por eso lo repito tanto. Escribirla en tercera persona cuando habla de mí mismo puede confundir, pero no me refiero a otra persona (que nadie se sienta aludido), aunque estoy convencido de que todos somos gilipollas, ya sea a tiempo parcial o a jornada completa (hay verdaderos profesionales), y normalmente no somos conscientes, porque preferimos ver lo gilipollas que es el de en frente; y no pasa nada por ser un poco gilipollas. Me gusta el aire decadente de la música y los coros un poco descuidados (algunos en falsete). Son coros de gilipollas que contrarrestan la seriedad de la voz principal narrando la historia. Es la canción más “rockera” del disco, me gusta la intensidad de la guitarra eléctrica en el final.
"Me han comparado con algunas cosas que en realidad no conocía, y he preferido no escucharlas"
Es difícil encasillar en un género estas canciones, pero ¿tuviste alguna referencia en mente de cara al álbum? “Quemaduras” y “Se abre paso” tiene un aire de música tradicional, la primera con esa percusión primitiva y la tensión de la parte final.
He huido de referencias para evitar verme condicionado. Me han comparado con algunas cosas que en realidad no conocía, y he preferido no escucharlas. Sé que algunas canciones pueden tener un aire a música tradicional, pero no siguen las estructuras ni los patrones concretos, que en este tipo de música suelen ser muy rígidos; no me atrevería a meter los pies en eso, entiendo que hace falta una relación más estrecha para poder hacerlo bien, sin hacer el ridículo, aunque eso en el panorama actual no parece ser un problema, hasta se valora el “atrevimiento”. Se ha extendido una especie de música tradicional de síntesis, música tradicional sin tradición, una aberración postmoderna que llevamos unos años viendo con el flamenco, que no tiene nada que ver con la innovación. Esas manifestaciones me recuerdan a los restaurantes franquicia como 100 Montaditos: tabernas de centro comercial que mantienen una estética (muy superficial) y ofrecen productos industriales con un “aire” a cocina tradicional. Se vacía el contenido original, se envuelve en una estética de marca, y a vender. Al que le guste eso, pues allá él, cada uno come donde le da la gana (o donde puede), pero yo procuro ser muy respetuoso con formas culturales presentes por tantas generaciones. No quiero decir con esto que preste atención a esas idioteces de la apropiación cultural, sólo que prefiero dejar a quienes pueden interpretar con más integridad que yo ciertas formas; hay gente que la ha vivido de siempre y yo no sería más que un puto dominguero haciendo el ridículo. Las canciones del disco han ido saliendo como han salido casi por sí mismas. “Se abre paso” es la única canción que he compuesto de cero desde que me fui a vivir a la sierra, y lo mismo es por eso por lo que suena así, que el entorno haya condicionado y me haya llevado a esa “estética” pero sin referencias y sin una intencionalidad.
¿Es cierto que compusiste “La canción de la escalera” hace más de veinte años? Entiendo que es otra canción importante.
Es la primera que compuse yo solo, hace mucho tiempo. La letra original era en inglés, ya la había intentado grabar otras veces y el resultado nunca me dejaba satisfecho, así que quedó archivada sin terminar. Para esta ocasión he preferido reescribirla en español, y matizar algo el mensaje respecto a la original, para que sea más fácil de comprender. Habla de embarcarse en empresas casi imposibles. Podría identificarse todo el proyecto con la letra de esta canción, al final la perseverancia contra las limitaciones y dificultades me ha llevado terminar algo que nunca había podido, y aunque tarde, esta vez sí lo he logrado. Por eso me pareció interesante incluirla, espero que no se haya desvirtuado con todos los cambios la idea original, pero no tengo claro haber cumplido ese objetivo: la escribí para mi chica, y creo que le gustaba más la versión antigua.
¿Cómo de importante es para ti hacer música personal y cómo llegaste a estas canciones que son especialmente personales?
He acudido a mis propias fuentes para escribir las letras. Me refiero a escritos propios que tengo almacenados en gran cantidad de cuadernos, me he centrado en ajustar cuentas conmigo mismo, y plasmar la forma en que he entendido mi relación con la realidad, lo que siempre aporta un carácter propio. No sé si seguiré ese camino para futuros proyectos, llega uno a cansarse de sí mismo. El sonido tiene que acompañar a los textos, parto de la guitarra acústica que puede sonar muy íntima, y esto unido a las letras ha dado en las pistas para la producción para ambientar esas ideas, se han empleado recursos que llevan las canciones por caminos menos transitados, pero cuando intentas personalizar tanto, tienes que renunciar a formas más habituales.
¿Cuáles son las referencias que manejas en los textos o qué es lo que buscas? ¿Por qué has incluido algunos textos de Nietzsche?
Nietzsche me amargó la vida cuando era chaval y me acerqué a su obra. Entonces pensaba que estaba preparado para leer todo lo que cayera en mis manos sin mayores consecuencias, pero me metió en un laberinto de incertidumbre, la crítica hasta las últimas consecuencias, la persecución del origen de las ideas, la desconfianza absoluta de las ideas instaladas; todo se ha mantenido hasta hoy y forma parte de mi manera de afrontar la realidad. No podía obviar ese origen, está muy presente en todo lo que tengo escrito. No manejo, al menos a sabiendas otras referencias para este proyecto, he planteado estructuras muy sencillas y he ido construyendo los textos en base a mi limitado conocimiento del idioma. Intento ajustarme a la métrica sin incluir adjetivos innecesarios y sin modificar la acentuación de las palabras para que cuadren (es un recurso muy habitual en la música en español que me provoca arcadas). Pero están plagados de errores que he ido descubriendo después, he puesto mucho esfuerzo, pero nunca es suficiente y entiendo que los errores también forman parte del carácter de la obra.
Es un disco corto: ocho canciones, aunque algunas de las canciones son largas. ¿Prefieres los discos concisos, que van a lo esencial?
No quiero dar el tostón. Te encuentras tantos discos a los que les sobran minutos y no quería caer en eso, otra cosa es que lo haya conseguido. No es que me guste escucharme a mí mismo, aunque pueda parecer lo contrario. Prefiero que el mensaje sea conciso y directo, me crie con el rock and roll y el punk, y siempre me ha gustado cómo se manejan los tiempos en esos discos. Se trata de decir lo que quiero decir, sin excesivos adornos, no me tiene por qué llevar mucho tiempo. Me doy cuenta de que en las respuestas a esta entrevista estoy rompiendo con esa “filosofía”.
"El resentimiento se puede ver en cualquier ámbito de la vida social y, desgraciadamente, en las manifestaciones culturales"
El sonido es bastante natural, hay instrumentos muy diversos. ¿Cómo encaraste la grabación y cómo fue el proceso?
La base de las canciones es una guitarra acústica y la voz, en alguna incluí algún instrumento más en las maquetas, pero el sonido final no estaba muy definido; con eso me he presentado en el estudio y nos hemos puesto a construir las canciones con la aportación de músicos más capaces que yo. Se han ido aportando cosas que la han ido enriqueciendo y me ha gustado mucho ver cómo las canciones iban siguiendo caminos para mí totalmente inesperados, me he llevado sorpresas muy agradables.
Has tocado bastantes cosas, pero has contado con bastantes músicos, por lo que veo en los créditos (Antonio Horrillo, Gonzalo Jiménez, Mónica Navarro...) ¿Cómo dirías que ha sido el proceso colaborativo con ellos?
Han tenido toda la libertad y han podido aportar lo que las canciones les han sugerido sin ninguna limitación por mi parte. Tengo total confianza en ellos y hemos coincidido cuando una toma no era la apropiada, no he tenido que imponer nada. Sé que también lo han pasado bien, ha sido un proceso de construcción en común, donde todos han podido aportar, y eso se nota en el resultado.
“Sin título” me ha llamado la atención, por su atmósfera. ¿Qué me puedes contar de ella?
Intenta recrear las crisis de ansiedad que me estuvieron puteando durante años; por las noches eran auténticas pesadillas, cualquier estímulo me obsesionaba y se convertía en una actividad mental que no podía detener, el sonido de fondo presente en toda la canción es comparable a la base de ruido de la ciudad, ese ruido que no es concreto, ni siquiera es intenso, pero omnipresente, no permite percibir el silencio. Hemos incluido un theremín con efectos de ruidos que recuerdan los momentos más intensos y caóticos de esas crisis, donde muchas ideas se entremezclan y no te permiten concentrarte en nada, sólo consigues salir de ese barullo cortando en seco, pero sabes que volverá. Trampas que nos pone la mente y cuesta aprender a esquivarlas.
“La cultura del resentimiento ha sepultado a la alegría”, cantas en “La hora del gran desprecio”. “Era mejor cuando no había respuestas”. ¿Te refieres a la polarización ubicua en que vivimos?
Surge de la preocupación por imposición de ideologías que parten del resentimiento para legitimarse, están en contra por naturaleza de la alegría (pretenden someter hasta al humor, poner normas a lo que nos puede hacer reír), y se fundamentan en el victimismo, no construyen nada, solo su propia autocompasión, y buscan la destrucción de lo que entienden como culpable de su situación, aunque se trate de un espejismo o pura manipulación. Esto ya lo podemos leer en Nietzsche cuando habla de la moral del esclavo, él hacía esta crítica al cristianismo, pero ahora vemos otras ideologías que se basan en los mismos “valores”.
El resentimiento se puede ver en cualquier ámbito de la vida social y, desgraciadamente, en las manifestaciones culturales. La autocompasión tiene, extrañamente, reconocimiento social y nos encontramos con las reivindicaciones de chorradas inmaduras que son atendidas como actos de heroísmo. Indignación militante y coñazo, que niega la alegría y el esfuerzo. Para mí lo grave es que se imponen respuestas fáciles y dogmáticas a una realidad compleja, y que hay que acatar sin posibilidad de crítica, es demencial. No se puede discutir, y lo peor es que no se puede uno burlar de esta estupidez sin que te den la murga. Es muy aburrido.
¿Cómo ves el panorama post-pandémico para las músicas que están al margen del mainstream? ¿Es aún más difícil ahora que antes?
Siempre ha sido difícil, imagino, no sé si la pandemia empeoró las cosas. Yo no albergo ninguna esperanza en dedicarme a esto de forma profesional, cosa que por otro lado me da una libertad que quisiera conservar.
¿Cuál va a ser el recorrido del disco en directo y qué planes tienes al respecto?
Sufro una especie de maldición con los conciertos: cuando no se rompe algo del instrumental, se rompe un hueso alguien de la banda, o pillo alguna enfermedad; ya me pasó en enero, que tuve que suspender dos días antes de tocar, por el Covid. Cada vez que me sale un concierto, sé que algo va a ocurrir, y no sé si dada la situación actual podemos correr riesgos, el plan es vencer la maldición, pero con un tío a punto de apretar el botón de las bombas nucleares, prefiero no tentar a la suerte, aunque esto suponga un sacrificio personal. Todo sea por el bien de la humanidad.
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