Amor y política
EntrevistasGrande-Marlaska

Amor y política

Enrique Ramos — 05-06-2008
Fotografía — Archivo

No podría imaginar un título mejor para el debut en formato largo de Grande-Marlaska que “El momento de hacer” (Tres Pies/Pias). Ese pistoletazo de salida, ese momento, puede ser el punto de partida de muchas cosas buenas para uno mismo y los demás. Más si, como es el caso, tiene como banda sonora un puñado de canciones perfectas. Grande Marlaska fueron de lo mejor que le pasó al pop el año pasado.

Grande-Marlaska no es que sea un grupo referencial, es más bien un grupo de sabios modestos con ganas de acercarse al prójimo y proporcionarle herramientas útiles. El primer ejemplo: Su nombre. Antes Garzón, ahora Grande-Marlaska, evoca a los grandiosísimos McCarthy, germen de lo que sería Stereolab. (Roberto) “Los conocí hace once o doce años, si no recuerdo mal. Estaba preparando un fanzine con algunos de los amigos con los que poco después arrancaría Ladinamo y uno de ellos me propuso hacer un artículo sobre las letras de McCarthy. Creo que fue entonces, en pleno auge del tontipop, cuando tomé conciencia definitiva de lo terriblemente conservador que era nuestro pop. La idea de Garzón, de hecho, partió de ahí”.

"Si con las canciones de amor ya somos inseguros, con las políticas la cautela todavía es mayor"

De hecho, McCarthy siempre ha sido un grupo de cabecera para los fanzineros más concienciados, los mismos que luego formarían sellos, entrarían en revistas, montarían conciertos y festivales, o muchas de esas cosas a la vez, como es el caso de Grande Marlaska. Los tres están involucrados en mil y un proyectos. Malela dirige el coro de Ladinamo y tiene el proyecto de folk-pop pluscuamperfecto Le Mot, Roberto escribe en todos los sitios que puede, y Pepo tres cuartas partes de lo mismo, además de ser The Secret Society. El disco, además se lo editan en su propio sello Tres Pies. Tantas cosas tan bonitas que es difícil no preguntarse ¿Cómo se organizan? (Roberto) “No tiene mucha complicación. Las canciones las hacemos Malela o yo por separado y luego las ponemos en común cuando nos juntamos los tres. El resultado final no suele tener mucho que ver con la idea que teníamos en la cabeza inicialmente, pero esa es parte de la gracia de estar en un grupo, creo. Decisiones como grabar un disco o hacer un concierto suelen seguir el siguiente procedimiento: alguien propone, otro se entusiasma y uno duda o pone alguna pega. Al final llegamos a una solución de consenso. Con respecto al sello, funcionamos de un modo muy familiar. Cada uno aporta lo que mejor sabe hacer y así vamos sacando el trabajo adelante. No tenemos mucho tiempo, pero tratándose sólo de dos grupos, Grande-Marlaska y Le Mot, no llega a ser un problema”.
La manera de hacer las cosas también explica mucho sobre las ideas de un grupo de gente. Grande-Marlaska no es un grupo cualquiera. Están convencidos de que las cosas se pueden hacer de otra manera, de que para cambiar tu alrededor no hace falta estar siempre con los dientes fuera, sino hacer. Sin dobleces pero también sin dogmas, el camino de Grande-Marlaska está lleno de manifiestos, atrevimiento y autoconciencia. (Malela) “Como a la mayoría de la gente, nos da mucho miedo fallar. Lo que pasa es que a veces llega un momento en el que te pueden mucho más las ganas de hacer cosas o la mala conciencia por la pasividad y te arriesgas. Y claro que fallas, pero el balance suele resultar positivo”. (Roberto) “El problema más bien es que, como decía muy acertadamente Nando Cruz, no resulta fácil equilibrar discurso y poesía. Por eso hemos intentado no forzar nunca las letras inequívocamente políticas. Es muy fácil patinar si no lo haces bien. Si con las canciones de amor ya somos inseguros, con las políticas la cautela todavía es mayor. De hecho, no dudé en enviar a un pequeño ‘comité de expertos’ algunas letras para que me dieran su opinión. Lo que me ha llamado mucho la atención son las diferentes reacciones que éstas han suscitado: algunos periodistas las consideraban muy ambiguas, mientras que compañeros implicados en diferentes colectivos decían que letras como la que da título al disco eran de lo más político que habían escuchado en mucho tiempo”.
Precisamente ese es uno de los puntos fuertes del disco, que incluso cuando se habla de amor puede hacerse política y cuando se habla de política también de amor. (Malela) “La historia principal es la de la búsqueda, el ensayo, y, cómo no, el error. Supongo que buscar hacer mejor las cosas, más allá incluso de una obligación moral, es casi una necesidad. La base de nuestra acción es la certeza de que se pueden lograr muchas cosas en lo íntimo y en lo público si nos levantamos de una maldita vez del sofá”. (Roberto) “Desde el principio pretendimos poner en práctica un juego algo perverso: combinar una sátira nada ambigua contra cierto modelo de jueces-estrella con canciones que, principalmente, hablaban de amor. Nunca pensamos que Garzón se atreviese a cargar contra un grupo que cantaba ‘y ahora estás dormido en mis brazos/y mi alma salta en pedazos’. Con todo, terminó haciéndolo. La potencia subversiva del grupo no estaba precisamente en sus letras, pero después del encontronazo con el juez quedó meridianamente clara nuestra posición ideológica y ya pasamos a escribir canciones mucho más políticas, sin dejar de lado que somos un grupo de pop y que, como The Go-Betweens, nosotros siempre quisimos hacer canciones de amor”.

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