“No sé qué es el amor, pero cada vez que te veo lo entiendo”, dice la canción que inspira el título del tercer disco de la cantautora bilbaína Amaia Miranda. Tomando la segunda frase del verso, con “Cada vez que te veo lo entiendo” (Hidden Track, 25) eso que comprende la también guitarrista, compositora y productora es el amor en todas sus formas. “Más allá de la palabra hablada, hay algo de las acciones de las personas que te rodean, que te hacen entender que hay amor detrás de ellas”, expresa la misma.
“Estamos en un momento social y político en el que el amor creo que es muy importante y transformador”.
Para su ama, para sus amigas, para sus compañeras de profesión y de proyecto y para su pareja, “Cada vez que te veo lo entiendo” se compone de odas al amor en todo su esplendor y diversidad. Después de “Mientras vivas brilla”, cuyo hilo narrativo giraba en torno a la muerte y el aprendizaje que trae la pérdida, aquí Amaia Miranda se muestra distinta, en muchos sentidos y, paralelamente, reside en su expresión más pura. “Cada disco responde a un momento vital”, describe, “y ha coincidido que este ha sido un momento muy bonito para mí en todos los sentidos”. Desde el plano musical, la artista ha acompañado a Christina Rosenvinge y a Gorka Urbizu en su gira, y en el ámbito más personal, “he sentido mucho aprendizaje con relación al amor y la comprensión del otro”. Su nuevo álbum, sin embargo, no emerge únicamente como una oda hacia el amor que la rodea, sino también al amor como motor de cambio. “Estamos en un momento social y político en el que el amor creo que es muy importante y transformador”.
Así, Amaia Miranda se muestra en su versión más llamativa. “Siempre intento que mi música sea ese dar la vuelta desde el aprendizaje más luminoso que se puede hacer de lo que uno vive, y supongo que este disco es directamente esa parte más luminosa”. Una luminosidad que coincide con su primer disco coproducido, de la mano elegida de Nacho Mur. “Su mirada y lo que ha aportado él musicalmente me han servido de puente hacia cómo he querido sonar siempre”. Sus caminos se cruzaron por Gorka Urbizu, cuando Nacho sustituyó a Amaia, y “Cada vez que te veo lo entiendo” es el fruto de un compañerismo que ha florecido en amistad. El resultado es un disco que ha deconstruido todos sus falsos impuestos y, en cierta manera, constituye una liberación, sensible y transversal. “Mis álbumes siempre han surgido de canciones ya compuestas a las que necesitaba hacerles una foto”, comenta. “En esta ocasión, tenía algunas, pero no suficiente para un disco y fue enfrentarme a una invitación: voy a componer”. Un proceso revelador y apasionante, pero a la vez desafiante. “Yo pensaba que componer era algo que me llegaba, que hacía en mis ratos libres, pero no le había dedicado mucho tiempo consciente, y me he enfrentado a las frustraciones que derivan de eso”. Dejando de lado la intención de crear música, y entregándose por completo al proceso creativo, la artista ha deshecho sus certezas: “Mis discos siempre se han grabado en tomas enteras y, aunque este tiene mucho de eso, hay voces dobladas, hemos grabado algunas cosas con claqueta y hemos probado”. En “Cada vez que te veo lo entiendo”, medios y descubrimientos se mezclan para llegar a un mismo lugar: la emoción. Un denominador presente e inamovible en el universo de Amaia Miranda.
Para sentir y transmitir esa emoción, la cantante acude a su fiel compañera, la guitarra. “Mi relación con la guitarra es la más larga de mi vida, junto a la que tengo con mis padres”. Como en cualquier relación larga, ha habido momentos de amor, de odio, de enfado y de reconciliación. Proveniente de una formación clásica y académica, Amaia recuerda vivazmente el punto de inflexión que marcó no solo su música, sino su forma de entenderla. “El momento en el que entendí que con muy poco podía llegar a lugares emocionantes y dejé de intentar saber tocar más con el instrumento y simplemente usarlo como herramienta, de ese momento han nacido los tres discos”. Parecidos en su naturaleza, pero distintos en su contenido, ha cambiado el proceso, esta vez más consciente.
En “Cada vez que te veo lo entiendo”, habitan Amaia Miranda y Nacho Mur, así como Heba Kadry, a cargo de la masterización, y también Gloria Fuertes, Amalia Bautista y Tatiana Tibuleac. De manera más o menos literal, el nuevo disco de la guitarrista se presenta como un horizonte musical, literario y político-social. Las letras, inseparables de la música que las acompaña, juntas traspasan la realidad y llegan a lugares que, sorprendentemente, uno no sabía que existían. Personales, individuales, pero recogidos en melodías y palabras. Lugares en los que uno quiere quedarse, que te abrazan y no te sueltan. Una familia de canciones que te acoge, donde las luciérnagas, los grillos y los pájaros forman parte no solo del proceso, sino de la experiencia.

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