Lo estarán presentando en Barcelona (14 noviembre en Sala Freedonia, 15 noviembre en Casa Astor), Madrid (27 diciembre, Secret Place Acoustic) y en el programa televisivo Las Noches del Monumental (20 febrero).
Si el concepto de multiculturalidad, cuando es espolvoreado sin la mayor audacia que el mero atontamiento de influencias, puede llegar a desenfocar la identidad musical de un proyecto, por el contrario, ser esgrimido como una sabia asimilación de vocablos con destino a ingeniar un propio lenguaje, tal y como sucede con esta banda madrileña, desemboca en una talentosa expresividad. Una conjunción de latitudes que, a la pluralidad de las generadas entorno a los sonidos americanos clásicos, se unen las procedentes de Oriente y su característica instrumentación. Una adscripción nada impostada, como aclara Álvaro L. Melgar: “La música hindustaní forma parte de la vida de algunos miembros de la banda; la hemos estudiado, la tocamos y la tenemos siempre en mente. Cuando componemos canciones surge de una forma natural, y de la misma forma se acaba insertando en ellas”. Lejos de la categorización reduccionista que asocia dicho acervo a un territorio atmosférico y etéreo, la inmersión ejercida por el grupo absorbe diferentes aspectos. “Los sonidos de India tienen una parte indudablemente vaporosa, es la más explotada y conocida, pero hay mucho más; también es energía, improvisación, explosión, frenesí… Nosotros aprovechamos todos los ámbitos de ella y no nos quedamos solo con uno”. Confluencia melódica, tan alejada geográficamente como en su configuración rítmica, que su difícil cohesión esconde un auténtico tesoro. “Mezclar ambos conceptos es como abrir la caja de Pandora, pero si lo consigues surge auténtica magia”.
"Intentar ir de puristas de algo a estas alturas de la vida la verdad que es bastante cómico"
Señales identificativas de la banda que, en este segundo disco, se inscriben bajo una concepción más rockera, consecuencia derivada del ensanchamiento de la formación. “La incorporación de Fer al teclado y Miguel a la percusión nos descubrieron, no sin un gran trabajo de armonías y búsqueda de sonidos, nuevas posibilidades que nos han permitido componer bajo un espectro más amplio de estilos sin perder nuestra esencia”. Variedad de recursos a los que se suma la presencia de dos cantantes que añaden mayor colorido y profundidad a su cancionero, relación de cuerdas vocales a la que Kristin Wheeler –pareja de María Coronado en dichas lides– no duda en tildar como un proceso de entendimiento fructífero. “Trabajamos para decidir qué armonías funcionan mejor a la hora de componer y crear los temas. Esto hace que sea una experiencia muy enriquecedora al mezclar nuestras voces. Se trata de probar, equivocarse y volver a probar”. Una coordinada amalgama de elementos que, como es lógico, revelan una concienzuda y costosa labor llevada a cabo en el estudio grabación, indispensable para lograr el magnífico resultado obtenido. “Ha sido un verdadero currazo la producción de este disco. Cuando mezclas tablas y baterías, guitarras y sitares, un coro gospel, dos voces principales, etcétera, la cosa se empieza a poner muy complicada si quieres que todo queda nivelado y otorgar el protagonismo que necesita cada instrumento en cada momento”.
La exitosa llegada, tras una travesía por océanos dispares, viene configurada por el peso lírico de unos textos que transitan interrogándose sobre los frutos que brotan del sentimiento de pertenencia. “El arraigo, lo terrenal, está muy conectado con el folk, así que son temáticas que surgen sin que tampoco haya nada premeditado. Es verdad que nos interesa bastante la transformación, cómo desde una identidad puedes viajar a otros lugares y permearte de otras experiencias y culturas”. Como esa diversidad lingüística que en este segundo episodio muta puntualmente, por medio de “La historia de antes de que tú nacieras”, al uso del castellano, una motivación de naturaleza también sentimental. “Surgió de una necesidad expresiva y de la emoción que transmitía la canción en su idioma original. Además coincidió con un momento personal de cambio de rumbo vital para dos de los integrantes de la banda y nos pareció un punto de inflexión”.
“Roshanee” se convierta así no solo en la sobresaliente continuación de aquel debut homónimo, sino en la ratificación de las señales identificativas de una banda que se consolida como habitantes, probablemente únicos, de un paisaje sonoro construido a su imagen y semejanza, fruto de la universalidad de su inspiración y una falta de prejuicios que esquiva cualquier frontera creativa. “El mestizaje en nuestra vida actual está en todos los ámbitos, desde que te pones un café de Colombia hasta cuando te vistes con una camisa de seda que te compraste en Tailandia, y por supuesto pasando por el lenguaje que utilizamos diariamente. Intentar ir de puristas de algo a estas alturas de la vida la verdad que es bastante cómico… Nosotros simplemente creamos música con las influencias que tenemos, sin barreras, imposiciones ni estereotipos”.

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