A lo bruto
EntrevistasSterlin

A lo bruto

Joan Cabot — 02-03-2007
Fotografía — Archivo

El segundo álbum de los mallorquines Sterlin se aleja de la elegancia romántica de su debut: “Destroy” (Subterfuge) esconde mucha mala leche. Un caramelo envenenado en el que el rock aterciopelado se encuentra con el nervio y la rabia fruto de los tiempos.

“Es por los cafés que nos tomamos antes de ensayar”, bromea Steve Withers. “Destroy”, el segundo álbum de Sterlin, sorprende por las letras y por la tensión fría y calmada que se oculta bajo la línea de flotación de las nuevas canciones del grupo, en las que los autores de “The Loneliest Girl In The World” (Subterfuge, 2005) se muestran como una banda con más pulso del que habíamos observado en su debut. Adela Peraíta habla de un álbum mucho más consciente del momento en que vivimos: “Plasmamos lo que vemos. Piensa que las canciones del primer disco las había escrito Steve en diferentes épocas. Creo que ´Destroy´ refleja mucho mejor lo que somos. Al fin y al cabo no somos personas pasivas respecto a lo que sucede en el mundo”. “Hemos sido más honestos”, sentencia Steve. El caso es que “Destroy” apunta a un discurso más personal y directo, algo que podía echarse de menos en un primer trabajo irreprochable, pero cuya corrección acababa por reblandecer las canciones de Withers, que en esta ocasión se escapan de la temática romántica de rigor para tomar su inspiración del presente que nos rodea. Y no, no es que ahora Sterlin se dediquen a la canción protesta, pero sí parece éste un disco mucho más consciente del momento en el que le ha tocado nacer.

"Seguimos siendo un grupo de pop pero hacer pop no significa que lo que hagas sea flojo"

“´The Loneliest Girl In The World´ fue un buen comienzo”, explica Toni Toledo, batería del grupo. “Sirvió como excusa para comenzar con Sterlin, para que nos fuéramos conociendo. Ahora ya somos un grupo y el nuevo álbum es un reflejo de lo que nos ha sucedido en este tiempo. Antes nunca hubiéramos hecho un tema como ‘I Love Love’”. Porque a pesar de que no hayan renunciado a la semántica de alcoba, ahora el amor y la guerra aparecen como dos caras de la misma moneda y cortes como el citado o “Son Of A Bitch” dejan los cariñitos aparte para entregarse al desgarro. “Seguimos siendo un grupo de pop”, dice Steve. “Pero hacer pop no significa que lo que hagas sea flojo. En el anterior disco hablábamos del clásico amor adolescente. Ahora ya somos mayores y supongo que podemos hablar de ciertas cosas con mayor honestidad”. Y eso también se refleja en un sonido más crudo y tenso. No necesitan gritar para ser oídos. Hay algo extrañamente atrayente en cómo se combina la lentitud aparente y la rabia subyacente, como la tristeza se convierte en algo mucho más duro en una implosión a cámara lenta. “Esta vez hemos tenido tiempo para probar las canciones en directo”, explica Adela. “Hemos trabajado como grupo las letras, las melodías y la música. Las canciones se han creado con la banda y creo que hay más registros que en el anterior disco”. Para “Destroy”, Sterlin se han encerrado en los estudios Urban con un viejo conocido, Rafa Rigo, ex bajista y compañero de Adela en Sunflowers. Han trabajado a su ritmo y se han permitido hacer pruebas en el estudio. “En el anterior disco casi no se oían las guitarras, y eso que grabamos un montón”, comenta Paco Torres, responsable de las guitarras solistas. “En la mezcla final simplemente no estaban. Ahora nos hemos permitido todo tipo de cosas en el estudio. Rafa nos ha permitido trabajar a nuestro aire y, en vez de cortarnos las alas, nos alentaba a hacer pruebas”. Y como resultado “Destroy” resulta un álbum mucho más personal, que marca distancias respecto a anteriores proyectos (Sunflowers, Sexy Sadie, etcétera) de los miembros de la banda. Al final, un arma de doble filo, que a la vez que rellena hojas de promoción de manera fácil ha podido perjudicar al grupo facilitando el encasillamiento fácil. “De todas maneras, la filosofía de sonido sigue siendo la misma”, comenta Toni. “Creo que ésta ha sido la primera vez que antes que tener el grupo en sí me he podido permitir hablar de cómo queríamos que sonara y es algo que hemos tenido muy claro. Quizás por eso era más sencillo producir el álbum nosotros mismos”. Y no deja de ser cierto que Sterlin no proponen otra cosa que una revisión de los cánones más clásicos del rock, algo que ya hacían en “The Loneliest Girl In The World”. Sólo que ahora los temas tienen vida propia, sugieren más que mera corrección y, digámoslo ya, la mala leche les sienta muy bien.

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