El proyecto de la sala arrancó un poco de manera informal y naíf, con varios amigos montando una sala underground en una pequeña ciudad. ¿Cómo recordáis aquellos primeros meses de 2014?
Parece que fue hace 15 años. Recordamos horas interminables en la sala haciendo todo entre muy poquitos. Recuerdo también cierta ilusión colectiva, tanto nuestra como del público, y una sensación de diversión y libertad tremendas.
¿Cuáles eran vuestros referentes entonces y cuáles son ahora? Creo que la sala Mono de Glasgow os sirvió a modo de inspiración…
Bueno, sí, se habló de Mono, porque nos gustaba mucho cómo integraba la oferta de día con los conciertos, el lugar como un espacio en el que estar. Aunque según pasó el tiempo el referente se perdió: nuestra actividad ha sido mucho más intensiva, y a día de hoy no tenemos un solo referente, ya que nuestra actividad es múltiple. Para los conciertos seguimos fijándonos en salas guays de España y de Europa (Apolo, Ancienne Belgique...); para la noche nos fijamos en los clubs (Sub Club, Nitsa…) tanto para contenido, comunicación, ideas, etc.
“La clave está en habernos profesionalizado”
Cumplís cinco años al pie del cañón. ¿Os veis con fuerzas como para montar otros 200 conciertos al año en 2024? ¿La hiperactividad no os desgasta?
Precisamente, la clave está en haber ido profesionalizando todo. Antes hacíamos todo nosotros, y ahora la estructura es mucho mayor. Pasamos mucho tiempo dándole vueltas a cómo automatizar procesos, precisamente para que el desgaste no exista. A día de hoy no podríamos hacer 300 artistas al año sin esta estructura, somos más viejos y, como dices, las energías están tocadas.
¿Una sala de conciertos es un ejercicio de supervivencia? ¿Se pende constantemente de un hilo o se puede vivir razonablemente bien?
Se depende mucho del acierto de programación, tanto en conciertos como en club, y se es muy vulnerable a encadenar varios fallos. Suelo decir que dos findes mal programados nos hacen temblar, así que hay algo de supervivencia. De la misma manera, cuando encadenas varios días de llenazo uno llega a vislumbrar un futuro más próspero.
Sois eclécticos y desprejuiciados por naturaleza. Decidme tres conciertos y tres sesiones que os hayan volado la cabeza.
Conciertos: se me vienen ahora el de U.S. Girls, cualquiera de las visitas de Moon Duo / Wooden Shjips (un clásico ya de Dabadaba), y el de Rosalía, super emocionante.
Sesiones: Una ignota Peggy Gou saliendo casi a hombros, la primera de Pional (otro clásico de la sala) y Helena Hauff haciendo del Daba una fundición alemana en turno de noche en 1981 (en palabras de Josu Bukowski).
“Ojalá los prejuicios volaran por los aires y todo fuera posible”
En 2016 soltasteis en una entrevista que erais errejonistas, en el sentido en el que aspirabais o “llegar a la hegemonía desde un discurso alternativo”. ¿Sigue siendo válido este discurso o se ha quedado obsoleto?
Jaja. Bueno, seguimos creyendo que el concepto de buena música o mala música es una idea vacía, algo así como los significantes flotantes que maneja el político de piel juvenil. Y creo que todo el mundo puede llegar a disfrutar de cualquier propuesta alternativa. La hegemonía nos da igual, pero ojalá volaran por los aires los nichos, los prejuicios y todo fuera posible a la vez.
En 2017 surgió un sello hermano de la sala (Elsa Records), en 2018 se reformó el local… ¿Qué nos espera en 2019? ¿La anunciada tienda de discos? Efectivamente, la tienda debería estar en dos o tres meses. Quizá haya algún proyecto nuevo del que aún no podemos decir mucho.
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