Wagnerismo

Hablar de Alex Ross es hacerlo de uno de los ensayistas más impactantes de estos últimos años. Obras como “El ruido eterno” y “Escucha esto” rompían las pautas de acción ante la escucha musical, ampliando conceptos, quebrándolos o, directamente, rompiendo las fronteras entre música clásica y pop. Dichos ensayos convirtieron a Alex Ross en una especie de guía espiritual para mucha gente que encontró en sus escritos la llave para descubrir universos que, por lejanos en el tiempo y en nuestras rutinas musicales, a muchos causaban una pereza terrible.

Precisamente, una de las figuras a las que Alex Ross dio más relevancia en estos libros fue a Richard Wagner, a quien ha dedicado una década de trabajo y retornar con otro volumen esencial de ensayo cultural que, como mínimo, es igual de ambicioso que los dos mencionados anteriormente. Sólo por este detalle cabe decir que estamos ante un trabajo fundamental que abarca el último siglo y medio cultural, político y filosófico a través de la obra y eco de Wagner, a quien Ross desmenuza en un texto que conjuga anécdotas, historias, reflexiones y documentación con la fluidez desbordante habitual, mediante una lectura que, por momentos, parece una novela y, sobre todo, nos cuenta los hechos desde una perspectiva analítica, aunque profundamente contagiosa y adictiva. Seamos claros, sólo él es capaz de, por ejemplo, mostrarnos a personajes de sus óperas como Wotan o Sigfried a través de una descripción emotiva de los movimientos y giros notales de sus piezas orquestales.

Resulta encomiable la capacidad de Ross para aligerar la densidad de sus escritos a través de la misma intensidad con la que se expresa en todo momento. El escritor de The New Yorker sabe hibridar conocimiento y entretenimiento como nadie. En este caso, por medio de una figura tan épica y ambigua, a partes iguales, a quien nos presenta por medio de un trabajo que incide en todas las facetas creativas y de pensamiento del meister, de quien nos muestra su lado schopenhaueriano, satánico, feminista, antisemita, modernista, anarquista, romántico y megalómano, entre otros. Y es que, tal como queda claro tras esta lectura, Ross no ha hecho una simple biografía o estudio acerca del alemán y su eco en la cultural occidental, sino que va mucho más allá, abriendo frentes de su personalidad y obra anteriormente no enfocados con tal amplitud de miras.

De su influencia en el propio Hitler a la que tuvo en las películas de Robert Siodmak o en el concepto de cine de aventuras épico como “Star Wars”, Ross sabe como encauzar el grado de subjetividad que surge de exponer el eco de Wagner más allá de la disciplina musical o literaria de los textos de sus óperas.

El resultado es un recorrido descomunal a través de una figura que, tal como queda expuesto, para bien o para mal, hizo orbitar a su alrededor toda la cultura y política de mediados del siglo XIX hasta la actualidad. Como mínimo, de lectura obligada.