Trilogía ¡Illuminatus!

Muchos creíamos que nunca veríamos la “Trilogía ¡Illuminatus!” de Robert Shea y Robert Anton Wilson traducida al español. Al menos, de manera oficial, porque desde hacía años circulaban versiones digitales piratas, realizadas por fans del libro. Pero al fin un pequeño y aguerrido sello, Orciny Press, se ha atrevido a trasladar a nuestro idioma, con una edición realmente magnífica, esta obra que parecía maldita. Y aunque tardía, no puede ser más oportuna, porque todos vivimos en un universo desalentadoramente semejante al que a medias recrearon, a medias inventaron, sus autores. El universo de la red de redes, donde cualquier verdad es puesta en solfa, el de las fake news, las conspiraciones, los “hechos alternativos”, las operaciones de falsa bandera

Estamos en los setenta, la época en la que se ambienta y en la que se escribió este libro. Todo arranca, obviamente, en Nueva York, puesto que Nueva York era y continúa siendo la capital oficiosa del planeta. El planeta está en vilo porque se está produciendo una crisis que puede desencadenar la Tercera Guerra Mundial, entre las dos superpotencias, centrada en una ignota isla frente a la costa de África llamada Fernando Poo. Mientras tanto, alguien ha puesto una bomba en las oficinas de una revista contracultural de orientación izquierdista. Dos arquetípicos detectives de la policía, Saul Goodman y Barney Muldoon son asignados al caso. Pronto descubren que el editor, Joe Malik, ha desaparecido. Y, entre el caos que ha dejado la explosión, localizan sus archivos, que parecen aludir a los Iluminati, una sociedad secreta que se fundó, aparentemente, en el siglo XVIII en Baviera y desapareció a los pocos años. O, al menos, así se enseña en los libros de historia. Porque de acuerdo a las notas de Malik ellos gobiernan el destino de la especie humana desde hace miles de años… Sí, todo esto suena a bestseller barato y cutre tipo Dan Brown (en gran parte, porque los escritorzuelos como Brown han estado saqueando la trama de “¡Illuminatus!” con toda desvergüenza durante décadas). Pero Shea y Wilson no sólo crearon un enciclopédico compendio (quizás sólo igualado por Umberto Eco en “El péndulo de Focault”) de las diversas teorías conspirativas; además, pasaron el resultado por un filtro de humor escatológico, surrealismo, muchas drogas, bastante sexo y una dosis brutal de imaginación.

“Trilogía ¡Illuminatus!” no es un libro fácil; y de hecho, puedes encontrar en internet extensas guías en la que, página a página, se van detallando las múltiples referencias de las que está cuajado. Como Borges en su relato “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius”, Shea y Wilson rehicieron el mundo, y le dieron nuevas reglas (y una diosa, la Discordia). Pero diría que esa no es la manera en la que los autores hubieran preferido que se leyera; esta es una obra para dejarse llevar. No hace falta entender todo lo que ocurre –ni siquiera creo que sea posible-: sólo avanzar hacia adelante, para encontrarnos con delfines poetas, ejércitos de zombis nazis, simios parlantes, entes lovecraftianos, gigantescos submarinos dorados y, desde luego, con cosas más extrañas. ¿No les apetece visitar un mundo así?