Reggaetón. Una revolución latina

“¿Vamos a pasar otros diez años condenando al reggaetón por incitar al sexo y a la violencia, o vamos a entender –como gradualmente están entendiendo los exponentes del género urbano– que el mejoramiento de los contenidos que circulan en nuestras sociedades es una tarea que merece un análisis mucho más crítico, uno que tiene que partir de nosotros y en todo caso homologarse al de espacios rara vez cuestionados como la televisión, el cine o la literatura?”. Lo dice el periodista argentino (afincado en Colombia) Pablito Wilson, y tiene más razón que un santo. Su libro no pretender exculpar a nadie: simplemente es un excepcional relato de un género que podrá gustar más o menos, pero lleva más de veinte años partiendo la pana cuando muchos no le daban más de un par de veranos. Los gustos (todos) son respetables. La cerrazón intelectual, quizá no tanto.

¿Sabías que el reggaetón se relaciona íntimamente no solo con el trap sino también con la salsa o el bolero? ¿Sabías que el moombahton y muchos otros ritmos globales difícilmente se entenderían sin su incidencia? ¿Sabías que hay quien dice que es fruto del reggae en español de Panamá en los años noventa aunque la versión más extendida es su origen puertorriqueño? ¿Sabías que hay reggaetón feminista y queer? ¿Te has parado a pensar alguna vez si Residente no fue un poquito bocachancla y demagogo cuando arremetió contra J Balvin como si fuera satán? ¿Te has dado cuenta de que en España esta música nos llega a través del trap, a diferencia de lo que ocurre en la mayoría de países latinoamericanos? Aprovecho el tono socrático del autor y lanzo todas estas preguntas para contarte por qué este libro, erudito pero no pedante, documentadísimo pero no peñazo, historicista pero no previsiblemente cronológico, tiene todas esas respuestas, y es uno de los mejores ensayos del año.