Proscrito y salvaje

Recuerdo con cariño una etapa de mi juventud en que me dio por leer la revista National Geographic. Muchos años después he devorado las páginas de “Proscrito y salvaje” y el estilo de Doug Peacock me ha parecido muy similar al de aquellos artículos sobre viajes y naturaleza que se publican regularmente en el reconocido boletín de la entidad norteamericana.

Este es el quinto libro ya de este ecologista, activista y aventurero cuya vida quedó marcada a fuego por su traumática experiencia en la Guerra de Vietnam. “No era capaz de percibir la diferencia entre vivir dentro de Yellowstone y la obsesión de eludir las garras del Vietcong que me perseguía poco antes en las selvas de Vietnam. Había estado a punto de morir en el sudeste asiático y aún no me había liberado de aquella pesadilla. Pretendía exorcizar ese episodio de mi vida como si de una posesión maligna se tratara”.

El autor reconoce a lo largo del libro que necesitaba un descanso de su propia vida y tiempo para pensar, y donde mejor descansa es en el desierto porque allí camina mucho. Y, mientras tanto, se dedica a seguir el rastro de osos Grizzlies, tigres siberianos, jaguares, lobos mexicanos y otros depredadores de élite. “Esta sensación de estar huyendo, de escapar de alguna forma de la autoridad o de algún peligro abstracto, era una constante en mi vida; había sido mi compañera en los años de guerra y también en los de paz. La peste del miedo a la muerte en la guerra no tenía nada que ver con el regalo de la vida que supone la carga de un grizzly”.

Distribuido en trece capítulos, “Proscrito y salvaje” ocupa 350 páginas muchas de las cuales están acompañadas por bellas fotografías en blanco y negro del propio Doug en entornos naturales y con animales salvajes. De hecho, este título publicado recientemente por Errata Naturae debería colocarse en la misma estantería de libros naturalistas de fuerte carácter reivindicativo como “La llamada de lo salvaje”, “Dersú Uzalá” y “Walden, o la vida en los bosques”.