Hablando de música popular, Enrique Bunbury es uno de los artistas más grandes que ha dado este país, en cuanto a repercusión y también en cuanto a obra. Si la frase anterior ha producido una gran desaprobación, risa y/o rechazo pero también asentimiento y aplausos, eso significa que seguimos en España. Porque, reconozcámoslo, esta no es una plaza fácil para lo extravagante. Convertido en una estrella del rock prácticamente a las primeras de cambio, al frente de un buque imparable llamado Héroes del Silencio, su carácter díscolo y camaleónico y su carrera en solitario posterior han convertido a Bunbury en una de las dianas favoritas para aficionados y crítica musical.
El cuestionamiento sobre la verosimilitud de sus pasos, agresivas rupturas de estilo y discurso mediante, ha sido por supuesto recurrente. Partiendo de una base tan polémica, resulta como poco interesante la aparición de “Pequeño: El disco que salvó a Bunbury”, un amplio reportaje con alma de ensayo firmado por Josu Lapresa (uno de los periodistas de referencia de la Rolling Stone española) que ahonda en uno de los trabajos capitales del músico con la distancia que otorgan los ya tres lustros desde su publicación. Un disco, “Pequeño”, que no es solo eso, pues supone el final de un camino iniciado con el cambio del hard rock por la electrónica y una segunda ruptura en un corto espacio de tiempo, bordeando toda influencia anglosajona con parada en tango, rancheras o bolero.
De todos modos, pronto queda claro que el objetivo de este libro no es ensalzar el considerado por muchos mejor disco del músico. Es más, las críticas se evidencian y citan sin reparo, por parte del grueso del periodismo musical (de Diego A. Manrique a Silvia Grijalba, pasando por un descreído Fernando Martín) y desde la propia perspectiva del músico, convencido de que el mastering del disco no fue el adecuado. La tesis en la que se sostiene este ejemplar consiste en simbolizarlo como imprescindible -hasta el punto de ser considerado una especie de órdago, con la reconocida idea de abandonar la música en caso de descalabro- en la difícil transición que arrancaba en la polémica gira de presentación de “Avalancha”, el fin de Héroes del Silencio, y la consolidación de su carrera en solitario, no sin necesarias dosis de realidad y humildad en pos del desarrollo creativo.
Y es que, para Lapresa, “Radical Sonora” no marcaría el comienzo real de la trayectoria en solitario del zaragozano a pesar de ser su debut sin banda, pues entiende que no supone una ruptura de fondo más allá de lo evidentemente musical. El verdadero cambio a nivel interno llegaría justo después, y en la defensa de esta idea es donde triunfa el libro, nueva fuente para seguidores e interesante prueba de fuego para detractores, que gracias a él quizá puedan comprender lo hasta el momento inalcanzable. Con una disputada reunión en las oficinas de EMI previa a la puesta en marcha de la grabación del disco como punto de inflexión, el relato ofrece justificados y muy documentados saltos en el tiempo que ofrecen una valiosa información salpicada tanto de motivos personales como de factores externos.
Son por lo tanto la rigurosa contextualización y una adecuada distancia con el artista los mayores valores de este nuevo capítulo de Cara B, la colección puesta en marcha por Lengua de Trapo como repaso a algunos de los discos clave a la hora de entender la historia reciente de nuestra música. Imperdible además el prólogo de Nacho Vegas, uno de los primeros desprejuiciados en torno a la figura del aragonés errante.
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