Un recorrido divertido y nostálgico por aquellos temazos que mantienen viva nuestra memoria futbolera
Los libros cuyos capítulos se ordenan en torno a canciones empiezan a ser una plaga. Y lo dice uno que ya escribió el suyo. Pero este, del periodista, guionista y molologuista Álvaro Velasco (Zamora, 1984; le podéis encontrar junto a Iñaki San Román al frente de esa hilarante colección de disfuncionales talentos del balón que es "Paquetes", primero podcast y ahora libro), es otra cosa. La elección de un puñado de estribillos y melodías que cruzan significados y significantes con el fútbol es una simple excusa para disfrutar de 339 páginas amenas, estupendamente documentadas y con pasajes divertidísimos, durante las que se agradece muchísimo que el autor se vaya por los cerros de Úbeda cada dos por tres: aún me estoy riendo de su magistral clasificación de las diferentes especies de pijos hispanos, una taxonomía fascinante y dolorosamente real, como la vida misma.
Con prólogo a cargo de Pantomima Full, esto es lo que yo llamo un libro-vómito (suena mal, pero no se me ocurre mejor definición), de esos en los que el autor se vacía por dentro y lo ventila todo. Y se agradece. Álvaro aparcó por unos meses su trabajo como guionista, reseteó sus prioridades – algo que todos deberíamos tener el coraje de hacer de vez en cuando – y se dedicó en cuerpo y alma a este libro, y eso se nota en la descarnada sinceridad con que aborda los claroscuros de la profesión y algunos tramos de su propia vida. Leerle es empatizar con él. Hacerle la ola a su transparente honestidad. Al instante. Seas millennial, como es su caso, boomer, X o Z. Da igual.
La sucesión de relatos, un reguero de conexiones futbolístico-musicales tan sensacional como la vida misma, la redondea con la aportación de músicos (Jorge Martí, de La Habitación Roja, o Rafa Pons) y periodistas (Alfredo Relaño, Carlos H. Vázquez, Raúl Román) que aportan colorido a un libro sin grandes pretensiones literarias pero escrito con un estilo chispeante, ácido y perspicaz, independientemente de que uno simpatice con la selección canciones o con las opiniones (spoiler: es merengue, nadie es perfecto) del autor. Una lectura enriquecedora, lúcida y a ratos desternillante.

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