Traductor, guionista, crítico de cine, articulista, crítico de arte…Todo eso y más es Ruben Lardín, aunque, por encima de todo, si tuviéramos que quedarnos con algo, este barcelonés es escritor. Un excelente escritor que servidor descubrió gracias a “Sam Peckinpah: hermano perro” y que parece haberle tomado el gusto a eso de escribir en primera persona. Sus dos últimos libros, “Imbécil desnudo” y “Corazón conejo”, ya estaban escritos así, y ahora repite con esta colección de textos breves que es “La hora atómica”. Se trata de una colección de escritos publicados en Internet que ahora adoptan entidad como libro.
La prosa de Lardín no es fácil, vaya por delante. Ahorrando los grandes desarrollos, busca la concreción, el menos es más. Casi parco en palabras, a veces, pero siempre encontrando aquella reflexión justa, aquella metáfora, aquella ironía, que te acongoja, te pervierte y te provoca un nudo en la garganta. Como decía, escribe en primera persona, pero parece ser capaz de transmitirnos una mirada externa para que acabemos sintiéndonos protagonistas de todo y adoptar así su visión de esa ciudad que le rodea y que, por momentos, parece a punto de desmoronarse a nuestro alrededor para dejarnos solos.
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