A Ivo Watts – Russell (Northamptonshire, Reino Unido, 1954) no le gustaron nunca New Order ni los Smiths. De los primeros, pensaba que traicionaban el espíritu de Joy Division. De los segundos, solo admiraba la intrincada textura de “How Soon Is Now”. Es más, desestimó el fichaje de Belle and Sebastian (para desesperación de Lewis Jamieson, quien llevaba sus asuntos en Londres desde que se exilió a California), porque le recordaban demasiado a Morrissey y los suyos. Eso sí, era rendido admirador de David Sylvian o de Scott Walker.
Son un par de trazas que bastan para explicar el peculiar carácter del amo y señor de 4AD desde 1979 a 1999. Hoy en día el sello sigue funcionando sin su tutela, pero mantiene muchas de las claves que hicieron de él el epítome de sello independiente arty: un lugar donde confluían sonido, filosofía y estética. No se entendían las unas sin las otras.
Las portadas de Vaughan Oliver y v23 son indisociables de los discos de Pixies, Breeders, Throwing Muses, Bauhaus, The Birthday Party, Colourbox, Lush, Pale Saint o Red House Painters. Y, sobre todo, de Cocteau Twins, This Mortal Coil (y su prolongación, The Hope Blister), Dead Can Dance, los tres proyectos a los que Watts – Russsell consideraba la esencia del sello. Una apuesta tan bonita como quimérica. Un milagro de discográfica. Una marca más reconocible aún que la de la mítica (y más pragmática) Factory, su paralelismo más obvio.
El veterano periodista británico Martin Aston es quien más cerca ha estado nunca, a nivel personal, de Ivo. De hecho, fue él mismo quien le pasó la maqueta de Red House Painters para que los fichara. Ese grado de intimidad lo destapó a lo largo de este descomunal libro de 736 páginas que fue originalmente publicado en 2013: el mejor de aquel año según NME, Rough Trade y Times Literary Supplement.
Es un escándalo. No deja fuente sin consultar. Ni madeja sin hilo. Ni músicos, ni empleados, ni ninguna de las figuras clave de toda la fauna que rodeó al sello queda sin exprimir en conversaciones en persona (casi todas) y a calzón quitado. Ni por supuesto Ivo, generalmente alérgico a los medios, aquí explayándose como un libro abierto. Y cuenta con una traducción portentosa de Ibon Errazkin.
Es un fascinante tratado de cómo preservar la personalidad cuando las reglas del mercado aprietan. De cómo legar una indeleble herencia cuando no queda más remedio que hacer malabares con las cuentas corrientes (el caso del éxito imprevisto del “Pump Up The Volume” de MARRS en 1987 como punto de inflexión). De cómo abrirse al mercado norteamericano mientras lo independiente o alternativo se transforma para siempre. De cómo el sueño de una vida puede llegar a convertirse en pesadilla porque el romanticismo acaba sucumbiendo ante al inevitable posibilismo. Y de cómo todo eso va dejando un reguero de damnificados por el camino, pero también un puñado de discos que son historia de la música popular escrita con caracteres dorados.
Mondosonoro nos pide que asignemos una puntuación a cada disco, libro, película o serie que reseñamos, y si yo no le caso un diez a este supremo ejercicio de periodismo musical es porque creo, como también seguramente prueba la propia historia de 4AD, que la perfección humana es una entelequia. Solo por eso.

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