“La dama en la sombra” es el tercer caso del detective aficionado Julius Bentheim, tras el de “La musa oscura” y “El gabinete de los ocultistas”. Junto a sus compañeros Albrecht Krosik (fotógrafo) y Gideon Horlitz (comisario), el joven estudiante debe resolver un caso sobre unas esmeraldas robadas que le llevará de Berlín a Egipto.
Esta es una novela detectivesca enmarcada en un contexto histórico concreto: la guerra austro-prusiana del siglo XIX. El autor Armin Öhri, nacido en Liechenstein y premio de Literatura de la Unión Europea, es capaz de describir muy bien los escenarios donde se desarrolla la trama, con profusión de adjetivos calificativos. Esa es su gran virtud; la principal flaqueza de Öhri sería que escribe que los tres protagonistas casi siempre van juntos a investigar y a correr aventuras, y en ocasiones es complicado discernir quién hace qué. Con esto la trama se enmaraña a menudo.
Fiel al estilo marcado por Tintin, Arsène Lupin o Sherlock Holmes, “La dama en la sombra” es una novela caracterizada por intrigas, trucos de escapismo, sospechas, escalas portuarias, atentados yihadistas, persecuciones por los tejados, etc. Pero al final el lector descubre que ha estado leyendo, ni más ni menos, que una historia sobre el colonialismo europeo casi sin darse cuenta: “No queda mucho para que ese momento llegue y entonces los europeos maldecirán el día en que pisaron por primera vez suelo africano. ¡Nos beberemos vuestra sangre malditos cruzados! La recogeremos en copas cuando os decapitemos y la derramaremos en las iglesias de todas las capitales europeas para conmemorar nuestra victoria.”
Este libro está bien, la lectura es amena y todo eso pero, por lo que he comentado antes, no me parece notable ni excelente.
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