Los aburridos garantes de la alta cultura se rasgaron las vestiduras cuando a Bob Dylan le otorgaron el Nóbel de literatura. ¿Recuerdan? Y es que, para estos mismos guardianes de lo excelso, la música popular, y el rock en concreto, ha estado siempre unos cuantos peldaños por debajo en la escala de valoración del arte que trasciende. El que importa de verdad. Y, a mí, la única respuesta que se me ocurre ante tanta estulticia es un sonoro y rotundo ¡Ellos se lo pierden! Los que sabemos de la importancia de la cultura pop en la segunda mitad del siglo XX, no tenemos ninguna necesidad de justificar nada, y por eso acogimos con orgullo que el señor Zimmerman fuera laureado de forma justa con uno de lo más altos honores.
Pues bien, resulta que ahora vamos a ser los mismos que acogeremos como merece esta maravillosa antología que compila de forma magistral la obra de Jim Morrison (1943-1971). Otra de esas figuras que tuvo que soportar la necedad de una sociedad que no estaba preparada para su sensible visión de lo que le interpelaba. La misma que queda recogida en este libro y que podría postular al Rey Lagarto a recibir cualquier premio de literatura o reconocimiento póstumo si, los que se encargan de otorgar tales honores, se preocuparan en sumergirse en su obra. No lo harán y les volveremos a soltar un sonoro ¡Ellos se lo pierden!.
Así que, si eres de los que disfrutas con la poesía y valoras la figura de James Douglas (‘Jim’) Morrison no puedes dejar escapar este volumen que recoge extractos de 28 cuadernos de notas inéditos, así como fotografías y comentarios sobre la obra realizados por el propio autor. Un libro hecho con mimo, consciente de la importancia que tiene al legado de un autor que se movía como nadie en los márgenes de la provocación y lo políticamente correcto.
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