A veces no ser fan de una banda de la que lees una biografía te hace tener una perspectiva interesante. Siempre que, evidentemente, no la odies a muerte. Y a mí, Gabinete Caligari siempre me dieron bastante igual. Eso me permite encarar las más de trescientas cincuenta páginas de este volumen con cierta libertad inesperada y, por qué no decirlo, inhabitual. Sobre todo, cuando te enfrentas a bandas patrias. Porque en este mundillo, quien más quien menos, se conoce. Y eso hace que, a veces, te sepa mal cargarte uno u otro libro (o disco si es el caso), por mucho que lo merezcan. Otra ventaja de mi neutralidad en el tema es que me puedo concentrar en cómo está escrito este libro y lo que aporta. Y ya les avanzo que está escrito muy bien y que aporta mucho, tanto a fans como a los que no lo sean. Vázquez tira de testimonios y declaraciones varias para construir su relato, pasando de gente más o menos anónima a voces de postín como Mikel Erentxun, Bunbury, Coque Malla o hasta Joaquín Leguina. Y no solo eso, sino que le da a la hemeroteca que da gusto. Por eso me dicen –reconozco que es la primera biografía de Gabinete que leo– que gana por goleada a anteriores revisiones de la banda en cuanto a trabajo documental, cosa que no dudo en creerme por conocer el trabajo previo del autor. Cierto es que, de paso, Vázquez construye un Madrid romántico, esbelto y primoroso que me cuesta bastante creer que llegara a existir en algún momento, aunque ya sabemos cómo se mitifican los años ochenta en la capital. Pero no es menos cierto que también se embarra en la caída del grupo y las siempre presentes luchas de egos, conflictos personales y tensiones que conlleva el éxito, o el querer conservarlo. Yo lo acabo y sigo sin ser fan de Gabinete, pero me ha encantado leerlo.

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