Escribir en el agua

Que John Cage es uno de los compositores más influyentes y radicales de este último medio siglo es algo que no sólo ha quedado refrendado en su música, sino también en sus escritos. Partiendo de esta base, el libro que hoy nos toca reseñar no deja de ser una nueva columna dentro de su templo de pensamiento, la cual llega hasta las diferentes corrientes que se cuelan en las raíces de las reflexiones sociales y culturales que constituyen las sombras del hardcore continuum en el que vivimos en nuestro día a día. No en vano, en este “Escribir en el agua” nos encontramos con una selección amplísima de las cartas que escribió a lo largo de más de seis décadas de vida, entre 1930 y 1992.

El descomunal número de misivas aquí reunidas acaban conformando una suerte de autobiografía dispersa, a través de las que transluce el germen de las ideas del autor de “Silence”. Toda una experiencia en la que no faltan remitentes tan influyentes como Stockhausen, Yoko Ono, Luciano Berio o Marcel Duchamp. Dicha selección de figuras capitales del arte contemporáneo no hace si no refrendar la relevancia de Cage dentro de la apertura conceptual del mismo en la segunda mitad del siglo XX.

Más allá de sus conversaciones con figuras de semejante talla, a lo largo de estas cartas también asistimos a la realidad del Cage humano, el que pasaba por dificultades económicas en su viaje por el París de la posguerra o el que llegó a estar invitado por los Duques de Windsor.

Las peripecias vividas a lo largo de las cuatrocientas setenta cartas aquí reunidas definen el carácter aventurero de un ser lanzado al precipicio de las teorías que quiebran los consensos de pensamiento aceptados. Toda una figura al que este “Escribir en el agua” recrea desde la primera persona del presente, que sirve para acercarnos más a la comprensión de su ambición por cambiar el arte del siglo XX.