Escribir contra los hombres (Cartas I)

Si hay una figura de la literatura de terror y misterio que está siendo más que reivindicada esa es H.P. Lovecraft. Series como “Territorio Lovecraft”, libros como el que dedicó el enfant terrible de la literatura francesa Michell Houllebecq y cómics tan infravalorados como el excelso “Providence” de Alan Moore demuestran que la presencia del genio de horror sobrenatural está más presente que nunca y que lo va a estar cada vez más en los próximos años.

En este sentido, la publicación en castellano de “Cartas contra los hombres” se entiende como todo un acontecimiento por el cual podemos sumergirnos en el germen de todos los miedos, dudas y revelaciones de un autor que hizo de su contexto social el espejo de los temores de toda una generación, que el mutó en monstruos indescriptibles y toda clase de criaturas arrancadas del filo de la noche.

En todo lo que escribió Lovecraft en su apenas medio siglo de vida fue de tal relevancia que, leído, tantos años después resulta aún más impactante de lo que debió de ser en su momento.

Para entender todas las motivaciones que constituyeron el corpus literario del genio de Providence, esta primera parte de “Cartas contra los hombres” supone un hito confeccionado en torno a una selección de cartas de entre las cien mil en las que se cifra su producción epistolar. Como bien dice en la nota de prensa, esto supone el 99% de su obra escrita. Visto así y la sinceridad arrebatadora con la que fueron escritas las cartas aquí recogidas, este documento se hace indispensable no sólo para todo amante de su obra, sino para todo el que quiera entender el cepo motivacional que empuja a una mente de principios de siglo XX a lanzarse al mundo literario con la intención de metaforizar todas sus necesidades expresivas a través del imaginario fantástico del horror más influyente de todos los tiempos.

El resultado de la edición llevada a cabo invita a cerciorarnos de la relevancia de este libro, que nos abre una compuerta directa al subconsciente de una de las mentes más brillantes y torturadas de su época. Como si de unas memorias bajo hipnosis se tratase. Qué más decir si, aun por encima, el estilo desplegado a lo largo de todas estas cartas es el que definió la escritura de un tal H.P. Lovecraft.