Si hay un tema universal y recurrente en la historia de la literatura es la muerte del padre. En su último libro, el búlgaro Gueorgui Gospodínov, el autor más leído de su país y premiado con el Booker Internacional por su original “Las tempestálidas”, afronta esta situación desde su personal punto de vista.
Por su título, “El jardinero y la muerte”, puede parecer que nos encontraremos con un texto poético, como es costumbre en el autor; oscuro, centrado en la muerte vista desde el hijo. Nada más lejos de la realidad, Gospodínov prescinde de toda ficción —si es que eso es posible en la escritura— y centra su relato en su visión como hijo y su dolor ante un ser querido que se va; su experiencia como autor reconocido cuyos compromisos le impiden estar presente en los cuidados que requiere su padre; y compara su paternidad presente frente a la que ejerció su padre —y todos los demás— en el pasado socialista del país.
Más allá de la metáfora del jardín y la muerte, el lenguaje que utiliza es directo, adulto, ejerce un estilo que no busca crear efectos especiales ni sorprender a sus lectores. “Quiero avisar desde ya que al final de este libro el protagonista muere. Ni siquiera al final, más bien por la mitad, pero luego vuelve a estar vivo, en todas las historias de antes de irse y en las de después”.
Ante el dolor escribe desde la urgencia, no desde la estética. Y es que, al contrario de los que ante un hecho traumático se sienten paralizados e incapaces de expresarse, al autor “solo le salva la escritura”, en sus propias palabras. Así, mientras avanza en la narración de los últimos días de su padre, necesita pausar lo que cuenta y recuperar imágenes de su infancia, anécdotas familiares, cotilleos, días señalados y batallitas de otros días, cuando la tristeza no estaba presente.
Quizás es un libro que nos sirve más para entender otros contextos, el de los países del este, como Bulgaria, a los que es posible que no estemos tan acostumbrados, que para descubrir algo novedoso en la temática que toca. Pero, sin duda, si algo demuestra este libro es que pese a las diferencias culturales, políticas o religiosas tras las que nos queramos distinguir, hay experiencias universales, como la muerte, que nos iguala y alcanza a todos por igual.Aún así, nada que temer…

Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.