De la revolución a Roxy

Paradojas: Roxy Music es uno de esos grupos que apenas ha pisado España (como Fleetwood Mac o Tom Petty en su momento; bueno, en su caso, al menos una vez), pese a tener un guitarrista que se domina perfectamente en castellano, ha producido a infinidad de músicos hispanoparlantes (su trabajo para unos Héroes del Silencio en la cresta de su ola es el más notorio aquí) y ha visto cómo esta autobiografía se publica primero en nuestra lengua, para el mercado español y latinoamericano, que en inglés, pese a estar originalmente escrito en la lengua de Shakespeare. Parte de culpa la tiene el periodista Ramón de España, quien traduce estas 267 páginas que muestran a un músico humilde, reflexivo, viajado, culto, autocrítico y en todo momento elegante. Queda claro que su relación con Bryan Ferry o, ya como productor, con Fito Páez, no habían sido siempre dos caminos de rosas, pero el único músico que sale retratado como absolutamente intratable es Ginger Baker. Y era de dominio público. Este libro rezuma sensatez y humanidad. Solo por eso ya vale la pena.

Sabíamos de su rol esencial en la arquitectura de una de las bandas capitales de entre las nacidas en la primera mitad de los setenta, pero no tanto la sempiterna dualidad de su carácter y de sus raíces musicales, siempre oscilando entre la tradición anglosajona y la latinoamericana: hijo de colombiana y yanqui, pasó gran parte de su infancia en La Habana, y eso le marcó para siempre. Nunca perdió los vínculos familiares con su familia en Colombia. Se interesó por músicas de cualquier latitud. Trabajó, trabajó y trabajó, porque no siempre nadó en la abundancia. Y enfilando la barrera de los setenta años, aprovechando – cómo no – el parón en la actividad escénica de 2020 y 2021, se animó a escribir estas memorias, revelándose como un narrador más que eficiente, infatigable investigador de sus ancestros, porque su saga familiar da como para una novela en paralelo. Engancha, sobre todo, porque transmite la sensación de estar leyendo a un músico fastuoso que en ningún momento se siente una estrella, sino más bien – él mismo lo dice – un Forrest Gump rodeado de celebridades.