Este año se ha reeditado "El misterio de la mujer tatuada", obra de 1948 del escritor nipón Akimitsu Takagi, uno de los exponentes de la novela policíaca japonesa de la segunda mitad del siglo XX. Él es precisamente uno de los nombres que aparecen en estas "Crónicas del tatuaje japonés", no solo por su faceta de escritor, sino por su fascinación por el irezumi y todos los aspectos socioculturales que rodean al arte de tatuaje japonés; una devoción que el escritor plasmó en una serie de fotografías, documento inédito de los grandes tatuadores de su tiempo y de escenas de la vida cotidiana, que el periodista francés Pascal Bagot descubrió en 2017. Esta es solo una de las asombrosas historias que encontraremos en este entretenido y absorbente libro del tatuador gijonés Yori Moriarty.
Nunca he sido aficionada al tatuaje; nunca una aguja de tatuar ha “mancillado” mi piel y supongo que, a estas alturas, es alto improbable que eso pase (aunque, como se suele decir popularmente, “nunca digas nunca jamás”); y mi conocimiento acerca del irezumi, hasta que este libro ha pasado por mis manos, era menos que básico. Y, sin embargo, he devorado y disfrutado cada página de estas crónicas, no solo por lo apasionante y fascinante que se presenta siempre, a nuestros ojos occidentales, el tatuaje japonés y cualquier expresión cultural del país del sol naciente, sino porque Yori Moriarty consigue hacer una aproximación ligera, a la vez que profunda, de su historia y características principales a través de esos nombres que forman parte de él, con un estilo informal y cercano que busca la complicidad del lector en todo momento y siempre hablando desde un respeto reverencial como tatuador y admirador hacia una disciplina artística que, todavía hoy, aúna tradición y rebeldía.
Es evidente que esta no es la primera vez que Yori Moriarty ejerce de divulgador de la cultura del tatuaje japonés, faceta que ya había desplegado previamente en otras obras, editadas también por Satori: "Irezumi Itai" (2018) y "Viva Irezumi" (2018). Tampoco le ha hecho falta extenderse excesivamente para que, como lectores (aficionados al tatuaje japonés o simples advenedizos en la materia), cerremos el libro con una visión bastante amplia y rica del tema.
Tras una breve introducción sobre sus orígenes y evolución, donde se presentan además algunos conceptos básicos que irán apareciendo a lo largo del libro, Yori Moriarty entra en materia y dedica cada capítulo a un nombre diferente, ya sea un horishi (o maestro tatuador) mítico, como Horichiyo o Kuronuma; un personaje fascinado por el tatuaje japonés, como el doctor Fukushi, que coleccionaba las pieles tatuadas como si de lienzos humanos se tratasen; u otros artistas que han establecido un puente de tinta entre Oriente y Occidente, como Pinky Yun o Mick de Zúrich.
Yori adereza la vida y trayectoria de todas estas personas, de por sí cautivadoras y asombrosas, con mucho salseo y un buen puñado de anécdotas personales que convierten a estas crónicas en una narración personal y próxima, que engancha capítulo tras capítulo y que nos da pie, como lectores, a que sigamos aprendiendo e investigando sobre el enigmático y extraordinario arte del tatuaje japonés.

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