Araña

A estas alturas de la película, hablar de Jon Bilbao es hacerlo de una de las voces más importantes de la literatura española. De un hecho tan soberano tienen la culpa libros como “Los extraños” y “Basilisco”, complementos obligatorios de “Araña”, la novela de novelas que hoy nos atañe, en la que volvemos a encontrarnos con el pistoleo John Dunbar. O sea, nuestro Basilisco, que va camino de convertirse (si no lo es ya) en uno de los personajes más icónicos de entre todos los que nos ha brindado el universo literario ibérico reciente.

Como si de un Blueberry de las letras nacionales se tratase, la creación más conocida de Bilbao retorna con una nueva empresa, que será el leitmotiv de la red de encadenados narrativos que el guion nos va a ofrecer a lo largo de las más de cuatrocientas páginas que conforman tan excelso recorrido por la senda del western.

Que Bilbao sea un alquimista del relato corto y de las frases lanzadas con arpón ayuda a dotar de argumentos más que sólidos a tamaña demostración de control sobre la heterodoxia expresiva. Porque este libro no deja de ser otro producto surgido del laboratorio de ideas de un autor sobrado en su capacidad para forjar artilugios literarios donde la originalidad de la forma visualizada remarca la excelencia ilimitada del universo al que nos está empujando. En este caso, un mapamundi que cruza desde la travesía bíblica por Estados Unidos en busca del Paraíso, dirigida por Dunbar, hasta el viaje a París de su expareja Katharina.

Las épocas se entrecruzan a lo largo de una lectura fragmentada en el tiempo, donde el contexto central es un western que, por momentos, nos hace pensar en cómo sería una nueva incursión de Tom Spanbauer en terreno de pistoleros y el desierto de Nevada. La capacidad para adjetivación metafórica del genio norteamericano es uno de los dones que comparte con Bilbao, que, a cada nueva literaria publicada, subraya la relevancia de una trayectoria que comienza a ser épica. La misma en la que “Araña” ya ocupa un lugar de privilegio.