Es decir, la recreación de preciosos pasajes sonoros basados en la repetición de estructuras, en algo que podríamos llamar como “en busca de la canción perfecta”. Organillos a los Ray Manzarek; cuidados versos recitados; pa-ra-ra-pas de los verdaderos; celebración de la edad infantil y adolescente; y melodías evocadoras es lo que ofrece Death By Chocolate. Un caramelo demasiado jugoso para perdérselo. Y la enésima prueba que confirma que Mike Alway aún no ha perdido el olfato a la hora de descubrir nuevos talentos. Larga vida a uno de los pocos dandies que aún pululan por panorama pop mundial.
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