"The Clearing", el cuarto disco de Wolf Alice, y primero para una multinacional, es cualquier cosa menos un disco más. Este es un disco en el que los ingleses se reinventan totalmente dejando atrás muchas de sus señas de identidad como los ecos dream pop y las guitarras alternativas, poniendo en primer plano el piano y, sobre todo, la voz de Ellie Rowsell, como si fuera una continuación del "The Last Man On Earth" de su último disco, en un disco en el que miran atrás sin ira al soft rock de los setenta para ampliar miras.
Este es un disco que provocará controversia, habrá a quien le guste mucho y habrá quien lo odie, pero es el disco más disco de la banda hasta la fecha, dicho eso en el viejo sentido de una colección de canciones puestas en un orden determinado para escuchar una detrás de otra y hacerlo de un tirón. Aquí no hay espacio para temas más agresivos cercanos al punk como "Play The Greatest Hits" o "Smile", y es mejor por ello, ya que es un disco coherente. En las hojas promocionales hablan de la influencia de Fleetwood Mac, pero ese sabor soft rock se extiende hacia otros nombres menos “cool” como Elton John o ABBA, Wolf Alice se quitan las caretas y sacan a relucir su parte más pop.
Líricamente Rowsell vuelve a dejar claro que tiene cosas que decir, acompañando al disco con una perfecta reflexión de lo que supone entrar en la treintena después de dejar atrás la caótica montaña rusa de los veinte años. Es un disco más calmado, maduro y reflexivo, pero tampoco suena seguro y sin riesgos, como afirma la propia Rowsell en una de las canciones "No quiero un plato sin sal, pan sin mantequilla. Si es malo para mí, bien, cuanto más feo es el traje, me sienta mejor".
“The Clearing” sustituye la adrenalina y las guitarras estridentes por composiciones más sutiles y con más textura que dejan ver su destreza compositiva. Esto se puede escuchar desde el principio con "Thorns" una balada de piano con cuerdas que remiten a George Martin y The Beatles, con una Rowsell reflexionando por su tendencia (personal y general en el pop) de hacer canciones sobre rupturas amorosas: "Debo ser una narcisista, Dios sabe que no me puedo resistir, hacer una canción y bailar sobre ello".
Al final Rowsell se libera completamente vocalmente, dejando claro que la portada del disco (como pasaba antiguamente) está totalmente relacionada con el contenido del disco, en este caso el foco está totalmente puesto en Rowsell y su voz, algo que se corrobora con la siguiente canción, ese "Bloom Baby Bloom" que sirvió de sencillo de presentación y que es un enorme subidón, con una Rowsell desatada, nombrando a Axl Rose como influencia. Pero hasta en los momentos más directos del disco, como en este caso, el piano es el foco por encima de las guitarras de Joff Oddie.
Y es que en "The Clearing" han intentado quitarse de cualquier floritura o exceso en la grabación, es un disco en el que han intentado no hace muchas sobregrabaciones, con el piano de Rowsell, y en las partes más intrincadas el del productor Greg Kurstin, en primer plano. Su comentado amor por el soft rock setentero se puede apreciar a la perfección en "Just Two Girls", una canción que podrían haber firmado The Lemon Twigs, con el primer Todd Rundgren como referencia principal.
No cabe duda de que el disco a pesar de que no sean de esas que entren a la primera, está lleno de grandes canciones que van ganando cuanto más las escuchas, quizás una de las más directas sea "Passenger Seat", con un punto a los R.E.M. más accesibles o "Safe In The World", un buen medio tiempo, vulnerable y con un ligero toque psicodélico.
Eso sí guardan lo mejor para el final, con "White Horses", a medio camino entre Can y Pentangle (cuando les entrevisté me reconocieron que su mayor influencia fue la actuación en YouTube de "Wedding Dress" de estos últimos), en una canción que supone un gran dueto entre Joel Amey y Rowsell. Puede que no haya guitarras saturadas, pero aquí hay aristas y una banda cohesionada funcionando a la perfección.
El final es todavía mejor con “The Sofa”, una canción que suena a himno desde la primera escucha, una especie de lamento de Rowsell por no haber triunfado a lo grande pero que termina siendo una especie de resumen perfecto del disco, quedarte contento con tu vida tal y como es, dejando atrás los sueños adolescentes no realizados sin ninguna vergüenza, culpa o decepción al ser consciente de que te estás haciendo mayor.
Cuando Rowsell canta eso de “No llegué a California, donde pensé que podría empezar de cero. Me siento un poco atrapada en Seven Sisters, al norte de Londres, oh, Inglaterra. Y tal vez eso esté bien”, no parece que ella y Wolf Alice lo hagan con resignación sino con un punto de orgullo. Aquí estamos y así somos, “The Clearing” nos enseña a una banda repleta de confianza que no esconde su ambición con un disco que no dejará indiferente.
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