Night Light

White Lies han ido evolucionando desde aquel apetecible debut bautizado como “To Lose My Life...” (Geffen, 09), en el que el grupo se obcecaba en manejarse en torno al revival post-punk que protagonizaron junto a otras bandas británicas como Editors, Maxïmo Park, Bloc Party o The Rakes. Una trayectoria, a lo largo de la cual, los de Londres han evitado perder de vista el que sería motivo principal, mientras asumían como bienvenidos nuevos elementos y géneros para sus canciones.

La oxigenación deriva de forma definitiva en “Night Light”, una obra en la que White Lies amplían sin tapujos su paleta de colores, pasando de los monocromáticos tonos en blanco y negro de sus inicios a un abanico de texturas sensiblemente más amplio. El que hace ya séptimo álbum en el casillero de los ingleses bien podría ser también el más accesible y luminoso de todos ellos, con el grupo practicando un indie-pop de marcadas guitarras y lecciones recogidas de grupos como Duran Duran o Simple Minds que, a estas alturas, no hace sino favorecerles.

Un tratado que realza la postura del trío, en parte porque entre las nueve piezas que incluye la referencia caben mayoría de aciertos. Canciones en realidad modestas, incapaces de alterar el transcurso del tiempo, pero de aspecto enérgico y atractivo como la incendiaria “Nothing On Me” desatando el optimismo al inicio del LP, “Keep Up”, I Just Wanna Win One Time”, “All The Best” o la final “In The Middle”. Composiciones, todas ellas, con tendencia a la verticalidad, rehogadas con cierta grandilocuencia y ese mojo de dramatismo que, en esta ocasión, luce creíble y bien colocado.

“Night Light” presenta a un grupo convencido y menos obtuso, por momentos más cerca de Doves o Elbow que de los mencionados compañeros generacionales, artífices de un álbum sólido y conformado por buenas canciones haciendo las veces de eslabones. Seguramente no haya mucho más donde rascar en torno a sus cuarenta minutos, pero el bagaje resulta más que suficiente como para celebrar este regreso de White Lies, tres años y medio después de que viera la luz el menor “As I Try Not To Fall Apart” (PIAS, 22).