Fernando Ruíz Díaz de Catupecu Machu es un extraño héroe del rock argentino, pasional, intenso a mares y a prueba de todo tipo de tribulaciones. En su andar vertiginoso decidió poner en pausa a Catupecu Machu, la banda que lo encumbró, cuando divisó un nuevo horizonte con Vanthra. Aquí, junto al percusionista Pape Fioravanti –quien toca pads y bombo legüero (instrumento autóctono argentino)- y Charlie Noguera en bajo y sintetizadores, se muestra todo el espectro de la musicalidad y la prosa de Ruíz Díaz
¿Se podría entender a Vanthra como una continuación de su anterior banda? Sí y no. Aquí está expuesto con total soltura y efectividad el costado folclórico que Ruíz Díaz siempre insinuó. Ruge en sus líricas con sentimiento auténtico, abrazando modismos clásicos de las tierras del sur y las salpimenta con su visión enérgica y ruidosa heredada de Jane’s Addiction y Primus, por poner dos ejemplos. La chamánica “Bailan los diablos” llega al clímax y hace pensar en Larry LaLonde en pleno ritual aborigen.
En este auspicioso y ecléctico debut -sólo editado en vinilo, con una extracción de cinco tracks que serán lo único disponible en streaming- también hay pop (los hits “Canción sola” y “En voz de tu nombre” beben del pasado de Ruíz Díaz), pero luego “El desierto de Dios” da la vuelta a la tortilla y expone con asombrosa coherencia el carácter solemne del folclore vernáculo, mientras la prosa sube la vara (“Y cual será el recuerdo que hoy / se despida y diga adiós / y nos deje la sangre nueva / y vivo el cuerpo…”) y descansa en guitarras perversas y sintetizadores amenazantes.
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