Más de una década se ha hecho esperar el nuevo trabajo de una de las formaciones balcánicas que mejor ha sabido actualizar el legado folclórico de buena parte de Yugoslavia, a partir de elementos percusivos y acústicos capaces, tanto de deslizarse por senderos tremendamente frágiles, como de invitar a reventar contra el suelo la botella de rakija, tras provocaciones instrumentales y vocales de calidad y emotividad acongojantes.
Mantienen más que viva la llama, cómo no, Lidija Dokuzović, cantante de versatilidad y temperamento envidiables; el guitarrista Danijel Maoduš, y el nervioso de la percusión Nenad Kovačić (entre otras formaciones, en el Sevdah Takht del sarajevita Damir Imamović), presentes ya, desde la grabación de aquel primer y sorprendente trabajo homónimo de 2006, así como el bajista Josip Mazić (también, junto a Lidija y Nenad, en Antenat) y el multinstrumentista Aleksandar Jovevski, que ya pertenecían al grupo cuando aquel publicó, en 2008, el dignísimo "Čudni svati".
"Treći bilbil" representa un espléndido retorno, que suena fresco y auténtico, pese a que sus miembros anden repartidos por Croacia, Macedonia y Suecia. De nuevo, el legado tradicional de la región se ha convertido en el bravío y caudaloso río ideal en el cual pescar. Sin ir más lejos, Afion ha elegido el clásico "Šošana" (inspirado en la mítica pieza judía "Erev shel shoshanim", frecuentada, con éxito planetario, por otros artistas balcánicos como la banda serbia de rock Dah, o la celebérrima actriz y cantante Olivera Katarina), aquí curada con mimo especial, como tarjeta de presentación de una criatura que sigue aupándose en los preciosos registros que Dokuzović es capaz de idear, y que también rinde homenaje a bellas tonadas como una "Cijelo ljeto" (comparen con la más arcaica de la agrupación KUD Batinjani) en la que el kaval (flauta tradicional) de Jovevski coquetea con las guitarras de un Maoduš que, en este álbum, se desmelena hasta potenciar su vena más eléctrica ("Po drum odam").
De esta manera, ejecuciones animadas como "Žute kruške", la frenética "Mace, mace" o la pizpireta canción macedonia "Slegov dolu" (reparen en las percusiones de Kovačić), conviven, de manera natural, con ensoñaciones oníricas como "Jelica", "Senjicu senjala" o "Tri bilbila", otro maravilloso clásico patrio. Todo un lujo para los sentidos.
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