Montreal sigue dándonos motivos más que de sobra para pensar que lo que allí está sucediendo tiene mucho más que ver con una abducción extraterrestre que con la creación de uno de esos dichosos hypes con coartada geográfica.
Poco sabemos de Think About Life hasta la fecha: son un trío armados de quitarra, sintetizador y batería que, también nos han dejado claro, adoran el baloncesto, un dato irrelevante de no ser porque la carpeta está plagada de imágenes de héroes de la NBA y porque su cantante se da un aire a Kareem Abdul Jabbar (algo, de lo que seguro que se siente bien orgulloso). Y cuando se han ido de gira lo han hecho con Art Brut, Japanther y Wolf Parade, estos últimos paisanos suyos y la referencia más clara junto a Unicorns para ubicar su sonido, un pop deshilachado, bailable e inmediato, heredero de aquellos albores del indie cuando Pavement todavía no prensaban sus galletas en CD. Su mayor virtud es también el mayor de sus inconvenientes, la locura atolondrada del que acaba de nacer y es incapaz de tomarse en serio a sí mismo. Si debes o no hacerlo tú es más una cuestión de voluntad.
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