Cotton Crown

Después de haber avisado con un más que notable primer LP, The Tubs nos regalan lo que, hasta el momento, es el disco indie del año. Al menos, si lo entendemos bajo la concepción con la que entendíamos dicho término en los años ochenta y noventa. Y más en este caso, en el que contamos con un grupo cuyas referencias están ancladas en dicha época gloriosa del indie-rock, con momentos que tanto nos pueden recordar a Sugar, en “The Thing Is”, como a Dinosaur Jr. en “Freak Mode”.

Eso sí, cuando este cuarteto galés se hace imprescindible es cuando son capaces de mirar de tú a tú al imponente legado de The Smiths. Como mejores ejemplos posibles, ahí relucen sobremanera “Narcissist” y “Strange”, dos de los hechizos jangle-pop más sobrecogedores que vamos a sentir en mucho tiempo. Enhebradas por los tan característicos acordes funk melancólicos que patentó Johnny Marr en su momento, hacía años que no surgían melodías tan inspirados en el underground pop con guitarras.

Dicho par de monumentos a la inspiración están complementados por siete hermanas, a cada cual, más infecciosa, donde la electricidad correosa de las guitarras siempre encuentra el contrapunto en la voz nasal de un Owen ‘O’ Williams capaz de hacernos recordar en su formar de cantar a un cruce, aparentemente, imposible entre David Gedge y Richard Thompson.

Detalles como este último, son los que hacen que The Tubs destaquen muy por encima del pelotón general indie-rock. Un grupo que, en tiempos en los que el revival ya no puntúa a la baja, gana enteros como una de las propuestas más ricas en cuanto a poder transportarnos a esos años de bonanza creativa indie que vivimos entre la segunda mitad de los ochenta y la primera de los noventa. Sin duda, ahora mismo, aval más que suficiente para sumergirnos en este chute de nostalgia como una opción de gran valor en estos días en la que, aun por encima, lo más abundante son las fotocopias sin personalidad de dicha era dorada de lo que, en su momento, fue conocido como música independiente.