Los británicos Alpha no escatiman en detalles: sus canciones se extienden a lo largo y ancho como sinfonías crepusculares, llenas de una elegancia fría como los picos nevados que aparecen en la portada de este último trabajo.
Esa frialdad proviene de la voz de Wendy Stubbs, el contrapunto a la exuberancia paisajística del trabajo de Corin Dingley, a quien siempre le ha gustado hacer música como quien compone versiones retorcidas de “El mago de Oz”. En algunos casos, como en “Surely”, suenan como se supone que debe sonar la música en esos tugurios cómodos y exclusivos en los que no solemos entrar. Así es su música, con clase pero elusiva. En “May” consiguen sonar evocadores y decadentes, pero por lo general ofrecen una música demasiado bonita –y bonito no es lo mismo que hermoso-, paisajes elaborados pero que, como ciertas fotos, no ofrecen nada más allá de la simple recreación, el color, la vista. Eso explica por qué el segundo disco de esta edición, básicamente formada por remezclas, es bastante más disfrutable.
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