Estos años estoy viendo las cosas más raras; derivados del blues desértico –aunque en rojo y sexy- son el sonido de moda, ha vuelto el punk-funk, y el folk, con sus respectivos cantautores, parece ser el lugar donde las indies tienen el ojo. O sea, que es un mundo extraño.
Nic Armstrong, nacido en Newcastle, es un cantautor, pero quietos todos que la cosa no es tan fácil. Pues Armstrong es un cantautor Merseybeat, como lo oís, y en su disco se juntan lamentos de pop sixties –del más temprano, del menos psicodélico- con R&B acerado y beat de gruta, aquel que los Kaisers practicaron –y posiblemente practican aún- durante años en los ochenta y noventa para no comerse una sola rosca. Pero, ya dijimos, los tiempos han cambiado y Nic Armstrong tiene su talento y su memoria, y ganas de hacer un sonido antiguo que lo sea algo menos, con las influencias claras pero que no suenen a batido informe, y todas estas cosas hoy en día pueden hacerle famoso. El disco, como no podría ser menos en “el-mundo-al-revés”, se ha grabado en Toe Rag, el estudio analógico que los Headcoats utilizaron tantas veces y que, sí, también es famoso hoy. Eso nos alegra, porque las veces que estuvimos nosotros se caía a pedazos, el pobre.
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