Pocos álbumes pueden enorgullecerse de un comienzo como “The Same”. Una canción que, sin duda, alguna debería ocupar todo este escrito. Impacta de inicio. Una atmósfera ensoñadora que se abre paulatinamente, te sitúa dos centímetros por encima del suelo. Un pequeño y delicado bajón, cede el paso a un asombroso y fino guitarreo acústico de inclinación folk que con poco transmite mucho.
Unas notas acompañando y aparece esa voz misteriosa, agridulce, que más tarde se verá conjuntada con otra, en este caso femenina, más dulce y angelical. Recuerdos a alguna de las genialidades de Pink Floyd, guitarras jugando, ambientación y se acabó. Final de la primera canción, claro. Pues imaginaros si os digo que el resto del disco -el cuarto en su historia- suena igual de envolvente, emocionante, espacioso, hermoso y necesario como lo explicado. Y no debemos irnos muy lejos, el segundo corte “Now I Know The Sea” respira el mismo aroma. Paso lento, un tanto oscuro, nubes densas y de nuevo otra pequeña gran gema. Pero, por momentos, todo toma otro cariz en la canción que da título al disco, positivismo en forma de euforia contenida, menos gris pero igual de delicada. Finos toques de psicodelia decreciente para “ Fall Of 68” y muchos más momentos arrebatadores como por ejemplo, “Awkwardness”, “Another Rescue” o todas las canciones que no he citado y que conforman el último trabajo de este grupo. Sin desperdicios, de principio a fin. Una auténtica maravilla.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.