Resulta loable (y poco menos que innegociable) que, a lo largo de treinta y cinco años de carrera, el bueno de Neil Hannon aún no haya puesto su firma en lo que vendría siendo un mal disco. La de The Divine Comedy ha sido siempre una carrera tan coherente como convincente, alternando hitos y títulos más prescindibles, eso sí, además de pulsos cambiantes que van desde el nervio vistoso y juguetón hasta un tipo de introspección asentada que bien podría alcanzar cotas inéditas en el presente “Rainy Sunday Afternoon”.
El decimotercer álbum de estudio del norirlandés cabe entenderse como un trabajo especialmente meditado y mecido, quizá marcadamente maduro y que, en cualquier caso, reclama altas dosis de atención y, sobre todo, asimilación. Unas cualidades específicas que hacen que la digestión de la obra no resulte tan sencilla o, cuando menos, inmediata como en encuentros previos, requiriendo de algunos esfuerzos adicionales con los que reactivar un ritmo que, de inicio, podría llegar a lucir algo comatoso.
El esfuerzo merece la pena, sin embargo, sobre todo cuando se consigue focalizar con claridad las valiosas gemas que se incluyen entre las once pistas de la referencia. Una secuencia de trazo clásico y, por momento, algo inerte, en la que brillan con luz propia la inicial “Achilles”, “The Last Time I Saw the Old Man”, esa absoluta joya que es “The Heart Is A Lonely Hunter”, la también preciosa “I Want You”, o “Invisible Thread” como cierre. Un trazado ligeramente monocromático en su evaluación global, que coge aire en base a sus mejores momentos hasta oxigenar el propio hilo conductor.
Una entrega en la que persiste el libro de estilo de Hannon, con la influencia innegociable de Scott Walker todavía copando un espacio importante y en un lote que, una vez más, destila su innata elegancia ejecutiva y unos arreglos pensados para engalanar el asunto, ahora desde cierto minimalismo y alejados de aquellos arreglos orquestales tan vistosos de otras ocasiones. Aún con su impronta manifiesta, “Rainy Sunday Afternoon” oferta una cara menos habitual de The Divine Comedy, quizá menos efectiva y memorable, pero para nada carente de valor.
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