Australia sigue regalándonos grandes maestros del vaciado emocional. Resulta como poco inusual ver un grupo de estos parámetros en el catálogo de Munster, pero el caso es que la elegancia en la dinámica de las canciones y la solemnidad en las voces y las melodías de este terceto (desde hace poco cuarteto), entremezcladas con el dominio de la electricidad en su vertiente más cruda, evoca directamente nombres como Nick Cave y Tindersticks (“Previous Crimes”, inmensa), Leonard Cohen y Tom Waits (“He Wasn’t Like That When I Knew Him”).
Formados en Melbourne en 2002, y tras recibir elogios intensísimos por el mismísimo Rowland S. Howard (The Birthday Party), llegan con un disco capaz de mostrar con profunda emoción los lados oscuros de los sentimientos humanos, mostrándose versátiles, jugando incluso con el folklore europeo (en “Ausencia" suenan a Pascal Comelade), lo que les separa de toda posible evidencia en lo que a referencias se refiere, jugando con la dulzura de la voz de Emilie Martin, alternando claros y oscuros, silencio y ruido, con esas guitarras cortantes de la escuela Bargeld. El resultado es un debut realmente magnífico, irrealmente bello, absolutamente emocionante, llamado a estar en boca de muchos a lo largo de este año y, esperemos durante muchos más.
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