Tras la efímera aventura que supuso The Rascals, Miles Kane ofreció su mejor cara en los que fueron sus dos primeros discos en solitario –“Colour Of The Trap” (Columbia, 11) y “Don't Forget Who You Are” (Sony, 13)–, además de junto a su amigo Alex Turner (de Arctic Monkeys) en los dos discos que ambos firmaron bajo el nombre de The Last Shadow Puppets. Desde entonces, el trazado del británico se acomodó en torno a una línea inerte que, concretada en referencias, invitaba a la búsqueda de alguna que otra diana difuminada entre mayoría de relleno.
Después una serie de álbumes neutros del tipo de “Change The Show” (BMG, 22) y “One Man Band” (Virgin, 25), la carrera de Kane necesitaba algún tipo de reanimación artística con la que recuperar el nervio perdido. Un auxilio que, en el que es su sexto álbum de estudio, parece haber encontrado en la producción de Dan Auerbach de The Black Keys, junto al que ha perpetrado una maniobra de activación que podría calificarse exitosa, con el de Merseyside entregando una obra más activa y plural que entregas previas.
Una chispa recuperada en base a intensos ramalazos de glam (con la sobra de Marc Bolan y sus T. Rex insinuándose una y otra vez) y apuntes setenteros, además de fijarse en grupos de la Motowon. También apurando la propia esencia de The Black Keys, bien entremezclada con ese germen cien por cien británico de Kane. Un flirteo que enriquece esa docena nuevas canciones entre las que se encuentran algunas de las mejores piezas del autor desde sus comienzos, caso de “Electric Flower”, “My Love”, el insinuante single “Without You”, “Slow Death” o “Walk On The Ocean” ejerciendo como apropiado cierre.
En “Sunlight In The Shadows” soplan nuevos aires, tras apurar Miles Kane un giro tan favorecedor (y capaz de mirar a ambos lados del Atlántico) como seguramente necesario para evitar una reiteración y falta de ideas que, en el caso del músico inglés, comenzaba a resultar preocupante. Un elepé diverso que, sin llegar a desatar la euforia, supone un inteligente paso en la dirección correcta, tras abandonar Miles Kane su propia zona de confort. Lo suficiente como para no resultar reiterativo, y no tanto como para perder de vista su motivo ni aventurarse por pastos no transitables.
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