Adoro a los perros verdes, esos héroes casi anónimos que van a la suya sin importar el que dirán. Quinn Lucke, alias Bing Ji Ling, conocido por militar en dos gloriosas bandas anacrónicas como Incarnations y The Phenomenal Handclap Band, es uno de ellos. El barbudo cantante se doctora en solitario con el que es su nuevo disco de estudio, trabajo que vino precedido por un jugoso doce pulgadas editado también por Lovemonk. Atrapado en un túnel del tiempo que abarca el amplio espectro del soul pop de finales de los sesenta y principios de los setenta, ese que tiene en Sly & The Family Stone su piedra filosofal, Lucke recupera con buena letra y gracejo una fórmula que es mucho más abierta y variada de lo que parece a primera vista. Un disco como “Shadow To Shine” es una buena prueba de ello. El pop casi pluscuamperfecto de “Sunshine Love”, el soft rock de “Bye Bye”, el ramalazo a lo ELO de “Dreaming” (su estribillo es puro “Last Train To London”), o la curiosa colaboración con el reconocido músico y skater Tommy Guerrero en “Everybody”, lo dejan claro.
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