Por fin nos sacude una nueva entrega de la banda de Melbourne: lejano queda ya aquel “Little Joy” que publicaron en 2010. El nombre de la criatura es “Severe”, un engendro oscuro, solitario, agónico y autista en sus procesos. Escuchar sus primeros acordes te traslada directamente a un universo extraño en blanco y negro, lleno de rincones cavernosos y claustrofóbicos.
El trío australiano ha seguido con sus discos una clara evolución hacia lo profundo, partiendo en sus orígenes, del rock independiente y el post-punk con alguna concesión a la melodía, para irse consagrando a un minimalismo que proviene de la combinación de guitarra-bajo-batería y la intervención cada vez más selectiva del uso de la voz. En “Severe” llevan ese estatus a la máxima expresión pero cubierto de una negrura que nunca habían alcanzado, rellenando el vacío con ecos y sonidos pregrabados. La voz pierde protagonismo para acomodarse como si fuese una capa más del sonido que se funde con crujidos, golpes de bajo y percusiones de toques étnicos.
El disco se abre con “Recere” una obertura de más de ocho minutos, que prepara el oído para iniciar un viaje cavernoso a través de tan solo ocho temas. “1991” presentado como single, contiene unas percusiones duras y penetrantes combinadas con ciertas influencias que recuerdan a antiguos cantos tibetanos. “Successive Pleasure” es uno de los tracks más orgánicos del disco y en el que la voz tiene más presencia, con claros guiños a Tricky y su universo vocal. Mientras “King Sound” cuenta con unas de las percusiones más duras del álbum, “Our Decade” se desmorona como un iceberg que se deshiela en el mar. En la misma línea “Named” se tranquiliza para llegar a un bonito interludio llamado “Severance”, único momento de quietud y luminosidad antes de llegar a la despedida de una enérgica “Careless” que retoma la percusión pero esta vez mucho más rápida, al estilo Swans para finalizar, casi por sorpresa, el viaje. No cuesta demasiado imaginarse a los hermanos Andrews y a Rohan Rebeiro, componiendo “Severe” como una banda sonora perfecta para el infierno de la “Divina comedia” de Dante.
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