Seven Dials

Un tipo que sentencia “no me tomo en serio ni a mí mismo ni a los demás, pero me tomo muy en serio mi música” va decididamente a contracorriente. Hace mucho tiempo que el alma de Aztec Camera dejó de ser el niño prodigio de la guitarra y el pop celestial, pero su reencarnación en hombre encantador que domina todas las facetas de la composición, es un regalo. Tres discos en doce años lo dejan claro: el escocés es un perfeccionista irreductible y como su listón de calidad está muy por encima de la media, cada uno de ellos es una joya. Grabado en el estudio de su amigo del alma Edwyn Collins, “Seven Dials” destaca por su apabullante humildad, que algunos confunden erróneamente como falta de pretensiones. Porque canciones del calibre de “Postcard” -gloriosa secuencia de acordes-, “Forty Days of Rain” y su harmónica, “English Garden” y su crescendo o la delicada “Rear View Mirror” son tan buenas como pueden serlo las mejores canciones (la sobriedad de los arreglos ayuda: Ni siquiera el bajo slap de “The Other Side” desentona). El rostro de Frame en la portada es la mejor presentación posible para un disco a corazón abierto, que combina esa melancolía marca de la casa con una maestría compositiva y a la guitarra tan elegante como emocionante.