Tras firmar algunas bandas sonoras previas, Santiago Motorizado entrega ahora el que podría calificarse como su debut en solitario al uso, con una medida colección de once canciones conformando una obra de palpable solidez, entendida como concepto global y también evaluando cada una de sus piezas por separado. El líder de una formación tan querida en nuestra geografía como son Él Mató A Un Policía Motorizado firma un álbum de indie-pop y genérico trazo limpio, en ocasiones rematado por favorecedoras distorsiones. Cuarenta minutos mecidos por ritmo pausado, con mayoría de medios tiempos marcando el compás (y, de paso, el carácter) del propio desarrollo.
Un protagonismo secundario que, en el presente álbum, cede el foco principal a esa narrativa costumbrista, sensible y de indisimulada querencia romántica que el argentino plasma, con meritoria naturalidad, en todas y cada una de sus canciones. La mezcla de espontaneidad y sinceridad que destila el presente conjunto se impone como una de las virtudes de la referencia, propiciando un magnetismo de tanta sencillez como, en la práctica, calado. Un efecto progresivo que va tomando cuerpo con la acumulación de escuchas, hasta asumirse como elemento amigo que apuesta por la familiaridad cuando de concretar la conquista se trata.
Un trazado suave, sin altibajos y de marcado estilo propio, que se extiende desde la inicial “Camino de piedras” hasta la final “Te pido perdón”, pasado por otras destacadas del tipo de “Amor en el cine”, “Google Maps”, “Pienso en vos”, “Oh Dana” o esa gema que es “La revolución”. Un disco que, como novedad, deja entrever la versión más íntima de su autor, acompañado (en cualquier caso) por una serie de músicos adicionales empeñados en arropar las composiciones. Santiago Motorizado se estrena al margen de su grupo con un trabajo en firme, que traspasa el concepto de oxigenación y que, en términos generales y prácticos, también habría funcionado como nuevo álbum de Él Mató A Un Policía Motorizado.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.