El año pasado, mientras estaba en plena gira (abriendo en muchas de las fechas para Slash), Samantha Fish decidió meterse en el estudio junto a sus músicos de directo: Ron Johnson (bajo), Jamie Douglass (batería) y Mickey Finn (teclados). La idea era captar la energía que el cuarteto transmite sobre el escenario, tal y como indica la guitarrista y cantante: “Nunca había hecho un disco mientras estaba de gira de esa forma. Aunque fue muy intenso, funcionó bien mantener el impulso del show en vivo. Nos ayudó a hacer un álbum con un pulso realmente vivo y palpitante”. Para ello se dividirían entre dos estudios, The Orb (Austin) y Savannah Studios (Los Ángeles), por donde se pasarían a dejar sus colaboraciones otros músicos como Jon Spencer (Jon Spencer Blues Explosion) o Luther Dickinson (cofundador de North Mississippi Allstars y ex miembro de The Black Crowes). Todo capitaneado por Bobby Harlow, icono del garage rock de Detroit que ya había producido su álbum “Chills & Fever” en 2017. “Cuando echo la vista atrás a ‘Chills & Fever’, me doy cuenta de que Bobby me empujaba a lugares geniales y peligrosos, pero en esa etapa de mi vida me estaba conteniendo un poco. Ahora estoy en un punto en el que estoy lista para darle a la gente algo totalmente inesperado, algo que rompa con la fórmula pop y se tome su tiempo para contar una historia a través de la guitarra”, recuerda Fish, que nos visitará en junio formando parte del cartel del BBK Bilbao Music Legends Fest.
El resultado es “Paper Doll”, nueve temas nuevos en los que la artista de Kansas City parece sentirse más cómoda que nunca: “Me ha tomado años encontrar mi voz en el estudio. Pero con este disco tomé todo lo que tenía y lo puse sobre la mesa”. Abren los riffs pentatónicos de “I’m Done Runnin’”, un blues enérgico compuesto con su colaborador habitual, Jim McCormick, que supone toda una declaración de intenciones: “Cuando me miro al espejo, enfrentando lo desconocido / El mundo no se ve más claro, pero me gusta a dónde voy”.
Sigue “Can Ya Handle The Heat?”, otro corte optimista en el que los arreglos de teclado toman protagonismo. “Lose You” narra la confrontación de una pareja indecisa aliñada con los fraseos de slide y las armonías de las coristas D. Scaife, Keo y Gabbi Beauvais. “Sweet Southern Sounds” es una oda a la carretera coescrita con el cantautor Anders Osborne, también radicado en Nueva Orleans, entre acordes de séptima y las cálidas teclas del órgano.
El ritmo se relaja con la hipnótica “Off In The Blue” y la psicodélica “Fortune Teller”, en la que Fish narra más que cantar, hasta que a mitad de tema pisa el acelerador para encarar una segunda parte tan distorsionada como ruda. En la guitarrera “Rusty Razor” denuncia las injusticias de la vida con la ayuda vocal de Mick Collins (cofundador de las bandas de Detroit The Gories y The Dirtbombs).
Para “Paper Doll” se deja influir por los héroes del blues del Delta como Junior Kimbrough y R.L. Burnside, antes de cerrar con los aires country de “Don’t Say It”. Un octavo trabajo en el que Samantha Fish se consolida como todo un referente de la música de raíces estadounidenses antes de volver a salir a la carretera.
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